La odontóloga, actualmente en prisión preventiva, rompió el silencio y habló por primera vez sobre el homicidio de Mauricio Navarrete, ocurrido el 23 de diciembre en Recoleta. Este caso, que conmocionó a la opinión pública, expone los límites entre la defensa personal y la justicia por mano propia.
Desde el módulo donde convive con otras siete internas, la profesional describió su vida antes del hecho: junto a su pareja, planeaban ahorrar para comprar una casa y abandonar Santiago. «Si hubiera tenido la capacidad para razonar o irme del lugar, lo habría hecho«, afirmó, refiriéndose al día que cambió su vida.
Una Confusión Trágica
El 23 de diciembre, una «explosión» rompió el vidrio de su auto. «Una persona forcejeó y me robó el celular. Intenté huir, pero en la desesperación, volví al mismo lugar», relató. Allí, creyó reconocer a su asaltante: «Grité y vi que tenía mi celular en la mano. Cuando se acercó, miré -para el lado del- copiloto y había un cuchillo entre los vidrios rotos«.
La odontóloga aseguró que nunca había visto el arma antes. «El fiscal señaló que la navaja estaba en mi auto. Supongo que era parte de utensilios de trabajo«, explicó. Las cámaras de seguridad la muestran persiguiendo a Navarrete, quien esperaba una micro en Recoleta. «Forcejeamos, pero no pensé que lo había herido grave«, insistió.
Un Desenlace Trágico
El parte médico confirmó tres estocadas en el tórax, lesiones mortales. «¿Cómo crees que tres puñaladas solo hieren?«, se le preguntó. «Lo desconozco. Es primera vez que me pasa algo así«, respondió. Admitió que, en su confusión, no razonó las consecuencias: «Jamás fue mi intención hacer daño«.
Sobre el arma, reiteró: «No era mía. Pensé que él la traía«. El fiscal insiste en que el cuchillo estaba en su vehículo. «Si hubiera sabido, habría evitado todo«, dijo. Abogados defienden que su estado hormonal, por el embarazo temprano, influyó en su reacción. «Me leyeron un paper sobre estrés en la gravidez, pero aún no me lo explico«, confesó.
Enfrentando las Consecuencias
La odontóloga supo de la muerte de Navarrete mientras declaraba en Carabineros. «Vi el noticiario y reconocí el lugar. Ahí entendí«, relató. Inmediatamente confesó: «Sé que lo hice. Sin intención, pero debo responder ante la ley y la familia, porque es lo que corresponde«.
«Me entregué porque sabía que no estaba bien. No hay justificación cuando uno tiene 30 años», indicó. Sobre una posible condena de más de una década, admitió que «no quiero pensarlo. Me da una angustia tremenda«.
Dirigiéndose a la familia de Navarrete, expresó: «Mis disculpas son sinceras. Nada recuperará su vida. Ese dolor me persigue«. Y cerró: «Tengo un arrepentimiento real, profundo y absoluto«.
Mauricio Navarrete, ingeniero en sonido de 48 años, tenía tres hijos de 8, 13 y 15; murió en el acto la jornada de ese fatídico lunes 23 de diciembre.