Hace 47 años, la obra de teatro «Baño a Baño» se convirtió en un hito al filtrar una denuncia política a través del absurdo y la farsa. Ambientada en un espacio similar a un baño o gimnasio, la obra presentaba a Jorge Juan, Juan Ramón y Ramón Raúl, junto al Ángel del Baño y un Perseguidor, exponiendo cómo se normalizaba el poder a cinco años del golpe de 1973 en Chile.
Según se recuerda, la obra «caló profundo entre los estudiantes y generó una incomodidad necesaria». Ahora, décadas después, «Baño a Baño» vuelve con la fuerza de la memoria, adaptándose para reflejar la realidad actual. Pese al paso del tiempo, la obra revela que «el poder lo tienen los mismos de ayer, a través de estructuras con otras caras, otras formas y otros nombres».
Más allá del Absurdo: Desenmascarando el Poder
Más que una simple sátira, «Baño a Baño» utiliza el absurdo y el humor como herramientas para exponer la brutalidad y la normalización del poder. Según los actores y dramaturgos Jorge Vega y Jorge Pardo, la obra «refleja la realidad actual» de una manera que trasciende el mero entretenimiento.
La pieza, que ha sido reconocida con premios y seleccionada para importantes muestras, como la Muestra de Arte y Cultura «Chile Vive» en Madrid en 1987, logra mantener su relevancia al adaptarse a los cambios, revelando que «el poder lo tienen los mismos de ayer, a través de estructuras con otras caras, otras formas y otros nombres».
Memoria y Actualidad: Entendiendo el Presente a Través del Pasado
Al volver a la escena, «Baño a Baño» se convierte en una herramienta para comprender cómo el poder se ha transformado a lo largo del tiempo, pero sigue siendo ejercido por los mismos actores. La obra invita al público a reflexionar sobre la persistencia de las estructuras de poder y la necesidad de mantener una mirada crítica y vigilante.
Más allá del entretenimiento, «Baño a Baño» se erige como un espejo de la realidad, desafiando a los espectadores a cuestionar y desenmascarar las formas en que el poder se manifiesta en la sociedad actual.