En un caso que ha generado gran controversia, una mujer francesa rechazó a un bebé que había sido concebido a través de un vientre de alquiler en Argentina. Este desgarrador incidente pone de manifiesto los profundos problemas éticos que rodean a esta práctica y la urgente necesidad de una regulación más estricta.
La historia se remonta a mayo de 2024, cuando nació el bebé en Córdoba, Argentina. La madre francesa, que había pagado 10.000 dólares a la gestante a través de una agencia, se negó a ir a buscarlo después de enterarse de que había nacido de forma prematura. Ante esta situación, un tribunal determinó dejar al menor en calidad de «situación de adoptabilidad», ya que la progenitora biológica no tenía los medios económicos para hacerse cargo de él.
Para la jueza María de los Ángeles Pascual, este caso es una clara muestra de cómo se «cosifica» a los niños, tratándolos como «un bien que debe satisfacer al cliente» en lugar de seres humanos que merecen ser amados. «Nunca un niño puede ser tratado como un encargo. Toda vida humana merece ser bienvenida no como un objeto deseado, sino como un sujeto amado», sentenció en su resolución.
La Falta de Regulación en Argentina
El problema se agrava aún más por la falta de leyes de control sobre las agencias de vientres de alquiler en Argentina. Entre 2018 y 2024, se inscribieron 149 casos, con un 40% de solicitudes provenientes del extranjero. Esta situación ha llevado a que juristas adviertan que no se puede tratar a un bebé como una «especie de producto desechable».
Implicaciones Éticas y Legales
Este caso pone de manifiesto los profundos dilemas éticos que rodean al vientre de alquiler. ¿Cómo podemos garantizar que los derechos y la dignidad de los niños se respeten en este tipo de arreglos? ¿Qué salvaguardas deben existir para proteger a las mujeres que actúan como gestantes? Y quizás lo más importante, ¿cómo evitamos que los bebés se conviertan en meros «productos» que pueden ser rechazados si no cumplen con las expectativas?
La respuesta parece radicar en una regulación más estricta y en un mayor escrutinio ético de esta práctica. Solo así podremos asegurar que el vientre de alquiler se lleve a cabo de una manera que respete plenamente la humanidad y los derechos de todos los involucrados.