Con una mezcla de sorpresa y preocupación, el régimen chavista de Venezuela reaccionó a los resultados de las elecciones presidenciales en Bolivia, que marcaron el fin de casi 20 años de gobiernos de izquierda en el país andino.
Diosdado Cabello, mano derecha de Nicolás Maduro, criticó que «no recuerdan qué ocurre cuando gobierna la derecha», en referencia a la victoria del senador Rodrigo Paz Pereira, del Partido Demócrata Cristiano (PDC), y el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga, de la alianza Libre, quienes disputarán una segunda vuelta electoral.
Fin de una era política en Bolivia
El Movimiento al Socialismo (MAS), el partido gobernante en Bolivia durante casi dos décadas con los Gobiernos de Evo Morales (2006-2019) y Luis Arce, quedó relegado a un tercer lugar con poco más del 3% de los votos, peligrando incluso su personalidad jurídica.
Para Cabello, «los que no se pudieron poner de acuerdo van a ser perseguidos por igual por esos Gobiernos de derecha» que se impongan en el futuro. Sin embargo, el líder chavista aseguró que en Venezuela «hoy estamos unidos, mañana estaremos unidos, dentro de 20 años estaremos unidos», en clara alusión a la unidad de la izquierda.
Apoyo de Venezuela a Bolivia
Por su parte, el presidente Nicolás Maduro manifestó el apoyo de Venezuela a Bolivia «por siempre y para siempre», incluyendo en la «lucha» del país andino por recuperar su salida al mar, perdida ante Chile en la guerra del Pacífico (1879-1884).
Maduro señaló que «Bolivia recobrará su camino, con unión, más temprano que tarde», y que «el pueblo de Bolivia sabe que cuenta con el pueblo revolucionario de Venezuela para todos los caminos de resistencia y de emancipación futura».
Una sorpresa en las urnas
Los resultados electorales en Bolivia han sido una sorpresa, con el senador Rodrigo Paz Pereira, del PDC, obteniendo el 32,14% de los votos válidos, seguido por el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga, de la alianza Libre, con el 26,81%.
El candidato del MAS, Eduardo del Castillo, apenas superó el 3% de los sufragios, en lo que se considera un duro revés para el partido que dominó la política boliviana durante casi dos décadas.
Estos resultados marcan el fin de una era política en Bolivia y abren un nuevo capítulo en el que la derecha y el centro tendrán un papel protagónico, dejando atrás el predominio de la izquierda en el país.