En la bienal SACO1.2, un grupo de mujeres artistas ha emprendido un viaje creativo que entrelaza el arte y la ciencia, explorando los secretos del universo. Desde la luz lunar que se convierte en placas fotográficas únicas, hasta la poesía cósmica y las instalaciones geométricas que evocan paisajes celestiales, estas obras nos recuerdan que el universo sigue siendo una fuente inagotable de descubrimientos, pero también un campo fértil para la imaginación y la creación.
Ursula Tautz: Volviendo al Silencio de las Estrellas
La artista brasileña Ursula Tautz llegó a Antofagasta en 2024 como parte de la residencia temática de Arte y Astronomía de SACO. Su trabajo gira en torno al tiempo y los recuerdos, tanto íntimos como colectivos, que moldean nuestra percepción del mundo. Con un enfoque multidisciplinar que cruza filosofía, física, arquitectura y cosmología, Tautz busca generar experiencias sensoriales capaces de transformar el espacio.
En su obra «Volvamos al silencio: al silencio de las palabras que vienen del silencio», Tautz recurre a símbolos andinos como la escalera y la espiral para representar el espacio y el tiempo. Su contacto con astrónomos locales y con observatorios como Paranal le permitió ampliar estas referencias con el pensamiento científico y la poesía creacionista de Vicente Huidobro, que la impresionó profundamente.
«En universidades, observatorios o al aire libre en la calle, los físicos-astrónomos-filósofos-científicos-poetas chilenos me enseñaron a leer la poesía de las estrellas, uniendo cielo y tierra, pasado y futuro. Así fue como también descubrí y me enamoré de la obra de Vicente Huidobro», señala Ursula, quien tomó un verso de Altazor para titular su obra un año después.
Giovana Zuccarino: Ambrotos, Fotografías Lunares Únicas
La argentina Giovana Zuccarino, fotógrafa y geóloga, investiga la historia de la astronomía y la fotografía científica. En SACO1.2 presentó «Ambrotos», una serie lunar realizada con el telescopio Gautier de 1882, un instrumento ligado a la frustrada campaña franco-argentina para registrar el Tránsito de Venus.
La obra se basa en la técnica artesanal del ambrotipo, en la que una emulsión líquida se aplica sobre vidrio y se revela en el momento, de modo que cada imagen es única. Estas fotografías de la luna están impresas en una cadena de vidrios puestos en hilera.
«La luz de la luna atraviesa el lente y se posa sobre la superficie preparada, mientras los químicos recorren la placa construyendo su propio hábitat. El resultado es un universo monocromo, con cráteres y paisajes que no existen», explica Zuccarino. Al principio buscó imágenes limpias, pero pronto descubrió que el valor estaba en las fotografías «defectuosas», donde los accidentes químicos revelaban paisajes invisibles a simple vista.
Katarzyna Tretyn: El Observatorio del Silencio
La artista polaca Katarzyna Tretyn utiliza hilos tensados para construir instalaciones geométricas que evocan tanto datos científicos como paisajes cósmicos. En SACO1.2 presentó «El Observatorio del Silencio», concebido tras su residencia en Chile y su paso por observatorios como Cerro Murphy y Paranal.
«Chile, con sus cielos claros y su infraestructura astronómica de vanguardia, me permitió vivir el ritmo del trabajo en un observatorio. Esa experiencia se convirtió en una de mis fuentes de inspiración más importantes», señala Tretyn.
La obra conecta la investigación astronómica con la astrobiología, inspirándose en la comparación entre el desierto de Atacama y Marte, ambos escenarios extremos que abren la posibilidad de imaginar nuevas formas de vida. «El proyecto no busca representar datos de manera literal, sino construir un espacio contemplativo donde el conocimiento científico adquiera una nueva dimensión artística», explica Katarzyna Tretyn.
Con una estructura dinámica de hilos tensados e iluminados, la instalación invita a detenerse en un rincón de La Molinera y observar lo invisible, recordando que la ciencia y el arte también pueden habitar en el silencio.
Estas tres propuestas de SACO1.2 refuerzan el papel de la bienal como puente entre arte y ciencia, abriendo nuevas formas de pensar la relación entre conocimiento y creación. Desde la luz lunar que se convierte en las placas de Zuccarino hasta la poesía cósmica de Tautz y el silencio geométrico de Tretyn, las obras recuerdan que el universo sigue siendo fuente inagotable de descubrimientos, pero también campo fértil para la imaginación y la creación.