El compromiso asumido por el Gobierno para garantizar un acceso equitativo a los tratamientos de alto costo para el cáncer de mama triple negativo parece haberse diluido en la espera. Hace casi 8 meses, la ministra de Salud, Ximena Aguilera, se reunió con representantes de la Asociación Triple Negativa Siempre Positivas y los senadores Órdenes y Gahona, y les aseguró que el proceso de implementación de un mecanismo de riesgo compartido estaba en su etapa final. Sin embargo, desde entonces no se han materializado avances concretos, pese a los reiterados reclamos de las pacientes.
El cáncer de mama triple negativo es una variante agresiva que afecta principalmente a mujeres jóvenes, muchas de ellas madres con proyectos y sueños por cumplir. Estos tratamientos innovadores existen y están disponibles en el sector privado, pero solo para algunas. La espera se convierte en una sentencia de muerte para quienes no pueden acceder a ellos.
Un compromiso público, político y humano
La implementación de este mecanismo de riesgo compartido fue uno de los compromisos asumidos por el Ejecutivo para la aprobación del Presupuesto 2025. No se trata de un favor, sino de un compromiso legal, público y moral. Según María Elisabeth Guesalaga, de la Fundación Mujeres por un Lazo, «Pareciera que algunos no entienden la premura que tiene cumplir un compromiso que ha quedado escrito en la ley».
El tiempo es vida, y mientras se sigue esperando, mujeres jóvenes con cáncer de mama triple negativo ven cómo se les escapa la oportunidad de acceder a tratamientos que podrían marcar la diferencia. La dilación en el cumplimiento de este compromiso es dolorosa y frustrante.
Urgencia de acción
Estamos a punto de entrar en el segundo semestre del año y nada se ha logrado. Pronto se discutirá el Presupuesto 2026, y si no se concreta este mecanismo de riesgo compartido, las mujeres con cáncer de mama triple negativo seguirán sin acceso a los tratamientos que necesitan.
La vida es urgente, no se puede seguir esperando. Es momento de que el Gobierno cumpla con su compromiso y garantice un acceso real y equitativo a estos tratamientos innovadores, que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte para muchas mujeres jóvenes.