Chile se enfrenta a una crisis de salud pública de proporciones alarmantes. Según los últimos datos de la OCDE, el país es el segundo con mayor tasa de obesidad adulta (34,4%) y el 74,2% de la población tiene sobrepeso u obesidad. Esta epidemia silenciosa, combinada con una creciente prevalencia de diabetes (12,2% de los adultos), amenaza con sobrepasar la capacidad de respuesta de un sistema de salud ya desbordado.
La diabetes tipo 2 no es solo una enfermedad crónica, sino que también puede causar complicaciones devastadoras como ceguera, insuficiencia renal, amputaciones y enfermedades cardiovasculares. Esto genera costos millonarios que el sistema de salud chileno, con sus limitaciones actuales, difícilmente podrá absorber. Más de 2,8 millones de personas ya están en listas de espera, y más de 320.000 esperan una cirugía.
La raíz del problema radica en entornos poco saludables, desigualdad social y educativa, y un acceso limitado a estilos de vida activos. A pesar del aumento del presupuesto en los últimos 15 años, las políticas públicas no han logrado un impacto significativo. Además, la ciudadanía percibe que el sistema de salud no está funcionando, con apenas un 39% de satisfacción con la disponibilidad de atención, muy por debajo del promedio OCDE de 68%.
Una Amenaza Sanitaria Grave
La OCDE lo ha dicho sin rodeos: Chile está frente a una amenaza sanitaria grave. La prevalencia de diabetes en personas entre 40 y 59 años es del 12%, muy por encima del promedio OCDE de 8,9%. Esto genera una presión que el sistema de salud chileno difícilmente podrá sostener.
Más allá del Debate Sanitario
La obesidad y la diabetes no son solo un tema médico, sino un asunto que atañe a todo el país. Mientras seguimos debatiendo sobre financiamiento, reformas y modelos de seguros, la epidemia avanza silenciosamente, amenazando con sobrepasar nuestra capacidad de respuesta.
Se necesita una decisión política sostenida y transversal, que mire más allá del ciclo electoral y aborde esta crisis de salud pública con la urgencia que requiere. Solo así podremos evitar que la combinación explosiva de obesidad, diabetes y un sistema de salud desbordado se convierta en una catástrofe para Chile.
