En un movimiento que ha generado gran controversia, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha ordenado la demolición del Ala Este de la Casa Blanca para dar paso a la construcción de un lujoso salón de baile de 8.000 metros cuadrados, con capacidad para 900 personas. Y lo más sorprendente: Trump planea bautizar este nuevo recinto con su propio nombre.
Según informes de la cadena ABC, citando a funcionarios anónimos, el mandatario ha decidido que el salón se llamará «Presidente Donald J. Trump«. Esta decisión llega después de que Trump fuera cuestionado por periodistas sobre el nombre del nuevo espacio, a lo que respondió que no entraría en detalles por el momento.
La Demolición del Ala Este
La demolición del Ala Este, construida en 1902 durante la presidencia de Theodore Roosevelt, ha generado gran polémica debido al valor histórico del lugar. Esta estructura, que fue ampliada en 1942 bajo el mandato de Franklin D. Roosevelt, ha servido como entrada formal para visitas oficiales, espacio para eventos sociales y sede de la oficina de las primeras damas, comenzando con Eleanor Roosevelt. Además, albergaba la sala de cine utilizada por la familia presidencial.
Financiación y Patrocinadores
Para financiar la construcción del nuevo salón de baile, valorado en 300 millones de dólares, Trump ha reunido a decenas de magnates y empresas de tecnología. Durante una cena con los patrocinadores, el presidente declaró: «Este es el precio de tener acceso al presidente».
Entre los patrocinadores se encuentran empresas como Amazon, Google, Meta, Microsoft y Apple, así como otros magnates del petróleo, como Harold Hamm, financista de las campañas políticas de Trump. Incluso el nuevo embajador en España, Benjamín León, propietario de una empresa de servicios de salud basada en Florida, figura en la lista de patrocinadores.
Implicaciones y Controversia
La decisión de Trump de demoler parte de la histórica Casa Blanca y bautizar el nuevo salón con su propio nombre ha generado una gran controversia. Muchos cuestionan si es apropiado que un presidente utilice instalaciones públicas para honrarse a sí mismo, especialmente en un edificio tan emblemático como la Casa Blanca.
Además, la demolición del Ala Este, con su valor histórico y cultural, ha sido criticada por expertos y defensores del patrimonio. Algunos temen que esta acción pueda sentar un precedente peligroso para la preservación de otros sitios históricos en el futuro.
A medida que se acerca la fecha de inauguración del nuevo salón de baile, prevista para 2026 durante la conmemoración de los 250 años de fundación de Estados Unidos, la polémica en torno a este proyecto solo parece intensificarse.
