Una brutal y premeditada agresión cobró la vida de un joven de 19 años en Osorno, región de Los Lagos. Según la reconstrucción de los hechos, la víctima, Marcelo Vargas, fue citada por un amigo a un parque bajo el pretexto de «fumar y tomar algo», pero en realidad se encontró con al menos cuatro sujetos que lo estaban esperando para golpearlo.
La fiscal jefe de Osorno, María Angélica de Miguel, reveló que el trasfondo de este ataque violento habría sido la venganza por un supuesto intento de robo de una moto que Marcelo habría cometido unas semanas antes. Sin embargo, este hecho no fue denunciado, por lo que no se tiene certeza sobre los motivos reales.
Lo que comenzó como una pelea uno a uno, rápidamente se convirtió en una brutal golpiza grupal. Los agresores, todos jóvenes de entre 18 y 20 años, golpearon a Marcelo repetidamente en la cabeza, le robaron todas sus pertenencias y luego se retiraron del lugar. Dos de ellos, incluso, volvieron para «rematarlo», grabando videos mientras lo golpeaban en su agonía.
Según la fiscal, la crueldad de los imputados es evidente, ya que «en la agonía, Marcelo suplicaba que le dejaran de pegar». Lamentablemente, el joven falleció dos días después en el hospital, tras haber sido encontrado agonizante por transeúntes del parque.
Imputados con Antecedentes Preocupantes
Los cuatro imputados, de edades similares a la víctima, tienen perfiles que preocupan a las autoridades. Uno de ellos es estudiante de secundaria en un colegio católico, mientras que otro cursa la carrera de Psicología. La fiscal se cuestionó por qué ninguno de ellos «recapacitó para parar el hecho o pedir ayuda» en el momento de la agresión.
Todos los imputados quedaron en prisión preventiva, en diferentes penales, debido a las supuestas amenazas de muerte que habrían recibido. La Fiscalía argumentó la existencia de agravantes como premeditación y alevosía en este caso.
Un Llamado a la Reflexión
Este trágico suceso pone de manifiesto la necesidad urgente de abordar la violencia juvenil y la falta de empatía que, en ocasiones, caracteriza a ciertos grupos de jóvenes. Es imperativo que la sociedad, las instituciones educativas y las familias trabajen en conjunto para fomentar valores como el respeto, la resolución pacífica de conflictos y el cuidado por la vida del prójimo.
Solo así podremos evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir, y brindar a nuestros jóvenes las herramientas necesarias para construir un futuro más justo y seguro para todos.
