Cuando el chocolate de Dubái se convirtió en la última tendencia viral en redes sociales, pocos imaginaron los efectos colaterales que traería consigo. Detrás de este lujoso postre, con su suave chocolate y crujientes fideos de Kadaif, se esconde una realidad mucho más compleja.
La creadora de esta delicia, Sarah Hamouda, directora de la fábrica Fix Dessert Chocolatier en Dubái, logró un éxito rotundo gracias a la ayuda de influyentes en redes sociales. Sin embargo, este fenómeno viral ha tenido un impacto inesperado en la industria de los pistachos, materia prima clave de este chocolate.
La Sed Insaciable por los Pistachos
Desde que el furor por el chocolate de Dubái comenzó a finales de 2023, la demanda global de pistachos se ha disparado. En 2024, la Unión Europea importó más de un tercio más de pistachos (con cáscara) que el año anterior, superando por primera vez los mil millones de euros en valor.
Pero este aumento en la demanda tiene un costo oculto. Los pistachos, si bien se adaptan bien a climas cálidos y secos, requieren de riego suplementario para garantizar altos rendimientos. Para producir un kilogramo de pistachos se necesitan más de 10.000 litros de agua, lo que puede provocar graves problemas de escasez hídrica en regiones áridas.
Cuando la Moda Alimentaria Daña el Medio Ambiente
La quinoa es otro ejemplo de cómo el apetito global por un producto específico puede tener consecuencias negativas. Cuando la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró el 2013 como el Año Internacional de la Quinoa, este seudocereal andino se convirtió rápidamente en un «superalimento» de moda.
Sin embargo, en Perú y Bolivia, los principales países productores, los precios de la quinoa subieron tanto que la población local apenas podía permitirse consumirla, a pesar de ser un alimento básico. Además, el cultivo extensivo de quinoa en tierras no aptas, como en el altiplano boliviano, ha dañado gravemente el medio ambiente.
Hacia una Agricultura más Sostenible
Tanto en el caso del chocolate de Dubái como de la quinoa, las organizaciones especializadas en comercio justo advierten que los productores no deben depender económicamente de una sola materia prima agrícola. La clave está en diversificar los cultivos, no solo para el mercado mundial, sino también para los mercados locales, lo que permite generar ingresos incluso cuando la moda pase.
Además, quienes impulsan estas tendencias alimentarias también tienen una responsabilidad de pensar y actuar de forma más sostenible, más allá de la simple venta. Y los consumidores, por su parte, deberían ser más escépticos ante las nuevas modas gastronómicas y considerar su impacto a largo plazo.