Una explosión de un coche bomba en el centro financiero de Guayaquil, Ecuador, ha dejado treinta personas heridas y un taxista fallecido. El incidente, calificado por las autoridades como un «acto terrorista», ocurrió el martes por la tarde cerca de un importante centro comercial y un edificio de oficinas de la familia del presidente Daniel Noboa.
Según informes oficiales, de las treinta personas afectadas, veinticinco sufrieron heridas leves provocadas por la rotura de ventanas de edificios y vehículos. Otras tres personas con mayores afectaciones fueron estabilizadas en el lugar, mientras que las dos restantes permanecen hospitalizadas.
La explosión se produjo después de que una camioneta estacionada comenzara a incendiarse rápidamente. Posteriormente, la Policía encontró en un segundo vehículo cuatro cargas explosivas de alto poder con sus respectivas mechas de seguridad, así como un dispositivo electrónico para activar el explosivo. Esto sugiere que se trató de un ataque planificado y coordinado por «grupos delincuenciales», según declaraciones del ministro del Interior, John Reimberg.
Escalada de violencia en Ecuador
Este incidente se produce en un contexto de creciente violencia en Ecuador, que el presidente Noboa ha calificado como un «conflicto armado interno». En el primer semestre de 2025, el país registró 4.619 homicidios, un 47% más que en el mismo período del año anterior.
Desde 2024, Noboa ha declarado esta situación de «conflicto armado» para luchar contra las bandas delictivas, a las que ha denominado «terroristas». La escalada de ataques con explosivos, como este coche bomba y otros incidentes recientes, evidencia la gravedad de la crisis de seguridad que enfrenta Ecuador.
Implicaciones políticas y sociales
Este atentado se produce en un momento delicado, justo antes de una consulta popular convocada por el gobierno. Algunos sectores han acusado al gobierno de utilizar estos hechos para generar un clima de miedo y favorecer el voto a favor en dicha consulta.
Sin embargo, es crucial que las autoridades aborden esta crisis de seguridad de manera integral, más allá de consideraciones políticas. La seguridad y el bienestar de los ciudadanos deben ser la prioridad, y se requieren soluciones a largo plazo que ataquen las raíces del problema, como la corrupción, el crimen organizado y la desigualdad social.
Solo así podrá Ecuador superar esta espiral de violencia y recobrar la tranquilidad que sus ciudadanos merecen.
