La historia de Matías, Andrés y Carlos es una triste realidad que sacude los cimientos de la cantera de la Universidad de Chile. Estos niños, que alguna vez soñaron con vestir la camiseta azul, hoy no quieren saber nada del club de sus amores después de sufrir un trato abusivo y humillante por parte del entrenador de arqueros, Roberto Arias.
Matías, de 9 años, relata cómo el profesor lo sacaba de los entrenamientos, le gritaba que era «tonto, estúpido y ridículo», llegando incluso a insultarlo con garabatos. Esto destrozó la confianza y la autoestima del pequeño, quien finalmente decidió abandonar el sueño que tanto había anhelado.
Andrés, otro de los niños afectados, sufrió un trato similar. Arias lo excluía de los entrenamientos, le decía que «por su culpa habían perdido 1-0» y lo humillaba frente a sus compañeros. Esto, sumado al acoso de otros menores, llevó a Andrés a perder el interés por seguir en La U.
El caso de Carlos es igual de desgarrador. Su hijo, también arquero de la Sub 9, fue desmotivado por Arias, quien le decía que «no sabía por qué estaba ahí». Finalmente, el club le dio la opción de retirarlo o que dejaran de convocarlo, lo que terminó por romper los sueños del pequeño.
Negligencia de Directivos
Pero el problema no se limita solo al entrenador Arias. Los padres también acusan a Pablo Ortiz, jefe técnico del ciclo de iniciación y escuelas oficiales de La U, de negligencia al estar al tanto de los abusos y no hacer nada para proteger a los niños.
Según los apoderados, Ortiz conocía los casos de maltrato, pero nunca activó el protocolo correspondiente ni brindó apoyo psicológico a los menores afectados. Esta inacción de la directiva habría sido clave para que los niños terminaran abandonando el club.
Impacto Emocional Devastador
El psicólogo deportivo Julio César Carrasco advierte que los «malos tratos verbales en contextos deportivos dejan huellas que interfieren en el desarrollo emocional, cognitivo y motriz de los niños». Esto se tradujo en miedo, vergüenza, inseguridad y la pérdida del disfrute por la actividad que antes les apasionaba.
Lamentablemente, la Universidad de Chile no brindó el apoyo necesario a estos menores, quienes hoy en día siguen en proceso de reparación emocional en otros clubes, con el sueño de volver a jugar al fútbol, pero sin querer saber nada de La U.