Durante meses, Camilo, un trabajador con Trastorno del Espectro Autista (TEA), vivió una pesadilla dentro del Hospital Base de Osorno. Según la denuncia, sus colegas lo sometieron a un calvario de acoso, tortura y vejaciones, todo registrado en impactantes videos.
La historia de Camilo se remonta a 2018, cuando llegó al hospital para realizar un reemplazo en el equipo de informática. Desde el primer momento, su estadía se convirtió en una auténtica pesadilla. Sus compañeros se ensañaron contra él, sometiéndolo a burlas, agresiones y situaciones extremadamente denigrantes.
En uno de los episodios, un colega simuló una práctica de sexo oral, tomando a Camilo del cuello y acercando su rostro a su entrepierna, mientras el resto de los funcionarios se reían. Pero eso no fue todo. En otra ocasión, lo ataron de pies y manos, dejándolo en posición fetal y amordazado, para luego quemarlo con un limpiador de vapor en la cara, los brazos, el abdomen y los glúteos.
Incluso llegaron al extremo de obligarlo a desnudarse para que le cortaran el cabello con una máquina de afeitar, mientras todos se burlaban y reían de su sufrimiento. Camilo, aterrorizado, no sabía cómo defenderse, pues eran cuatro contra uno.
Impunidad y Revictimización
Según las fuentes, los agresores no recibieron ninguna sanción por sus actos. Aunque el hospital realizó un primer proceso de sumario, no se aplicaron medidas disciplinarias a los implicados. Fue recién en 2024 que la dirección del hospital tomó nuevos antecedentes y reabrió el caso, iniciando un nuevo proceso.
Pero la revictimización no terminó ahí. La dirección del hospital decidió denunciar a quienes divulgaron los videos de los abusos, argumentando la «vulneración de antecedentes reservados» y la «afectación a la honra» de la víctima.
Condena de la Federación de Trabajadores
La Federación Nacional de Trabajadores de la Salud condenó enérgicamente los hechos, calificándolos como una «flagrante vulneración de los derechos fundamentales y la dignidad humana» de Camilo. Exigieron las «máximas sanciones inmediatas» para todos los responsables, incluidos los directivos del hospital que omitieron la denuncia.
Este caso pone de manifiesto la urgente necesidad de implementar protocolos efectivos de prevención y sanción del acoso y la violencia en los centros de trabajo, especialmente cuando involucran a personas en situación de vulnerabilidad, como es el caso de Camilo y su condición de TEA.