La historia del asesinato de Diego Fernández Lima, ocurrido en 1984 cuando tenía 16 años, permaneció en silencio durante décadas. Hasta que en mayo de 2025, los restos óseos de la víctima fueron descubiertos en la casa donde residió brevemente el músico Gustavo Cerati, en el barrio de Coghlan, Ciudad de Buenos Aires.
El principal sospechoso es Cristian Graf (56), excompañero de colegio de Diego, quien vivía en la misma casa desde hace más de 40 años. Aunque el asesinato en sí ya no puede ser juzgado debido a la prescripción, el fiscal Martín López Perrando tiene una estrategia para mantener viva la investigación: imputar a Graf por los delitos de encubrimiento agravado y supresión de evidencia, que podrían derivar en una pena de hasta seis años de prisión.
Según el Código Penal argentino, para homicidios simples la pena es de 12 años, y para el homicidio agravado, que contempla prisión perpetua, el plazo de prescripción de la acción penal es de 15 años. Como la acusación por el asesinato de Fernández Lima ya no es posible, el fiscal busca evitar que el caso caiga en el olvido judicial por el paso del tiempo.
Nuevos Testimonios Complican el Caso
En la última semana, surgió un nuevo capítulo inesperado que aportó más polémica al caso. En el canal América TV, Adrián Farías, quien se presentó como otro excompañero de colegio de Diego y Cristian, expuso una contundente acusación en contra de la víctima, afirmando que Fernández Lima habría intentado violarlo en uno de los baños de la escuela.
«Intentó violarme en el baño del colegio. Yo estaba en segundo año; él era un año más grande porque había repetido», relató Farías en el noticiero nocturno.
Respecto a Cristian Graf, el sospechoso, Farías lo describió como un chico «tranquilo» y dijo que nunca imaginó su presunta vinculación con el caso de la desaparición y posterior muerte de Diego.
Coartadas Improvisadas y Evidencia Circunstancial
Según los obreros que trabajaban en la construcción de la medianera de la casa de Coghlan, Graf no solo vigilaba cada uno de sus pasos, sino que también repitió tres versiones alocadas sobre el origen de los huesos encontrados: que si eran de la época en que había un establo, que si llegaron con tierra de relleno o que tal vez vinieron en un camión volcador.
Un albañil incluso contó sobre la advertencia de Graf para que no tocaran un árbol pequeño al lado de un bananero, justo donde luego se supo que estaban los restos de la víctima. Para la fiscalía, estas declaraciones de Graf no son más que coartadas improvisadas que denotan un «claro conocimiento previo de la existencia de los restos óseos en el lugar».
Si bien la fiscalía no logra sostener con pruebas contundentes la imputación por el asesinato, el expediente por el crimen de Diego Fernández de Lima podría derivar en una condena por encubrimiento agravado y supresión de evidencia, evitando así que el caso caiga en el olvido judicial.