Hace casi una década, la NASA se encontró con un enigma en la Antártida: un enorme «agujero negro» había aparecido en medio del hielo marino, tan grande que podría cubrir más del doble de la superficie de Madrid. Este tipo de aberturas, conocidas como «polinias», no se veían desde hacía más de 40 años, y su reaparición en 2017 bajo condiciones similares solo aumentó la intriga.
¿Qué pudo haber roto la barrera helada en una zona tan remota? Gracias a una investigación publicada en Science Advances, que combinó oceanografía avanzada y la ayuda inesperada de elefantes marinos, finalmente se ha resuelto este misterio.
Los elefantes marinos revelan los secretos del océano
Los investigadores instalaron sensores en estos animales, capaces de sumergirse a grandes profundidades incluso en pleno invierno antártico. Junto con flotadores autónomos, recopilaron datos clave sobre temperatura y salinidad del agua en un área prácticamente inaccesible para los humanos.
El análisis de estos datos reveló que el fenómeno se originó por la intensificación del Giro de Weddell, una gigantesca corriente circular que, entre 2015 y 2018, llevó aguas cálidas y saladas desde las profundidades hasta la superficie. Este calor debilitó el hielo desde abajo.
El papel clave del «transporte de Ekman»
Pero había un ingrediente más: el transporte de Ekman, un proceso en el que el viento empuja el agua en un ángulo recto a su dirección, aportó sal adicional a la capa superficial. Así, el exceso de sal evitó que el hielo volviera a formarse, manteniendo la polinia abierta durante semanas.
Curiosamente, el análisis reveló que la apertura no surgió sobre la cima de la Elevación Maud, sino en su flanco norte. Allí, la interacción entre corrientes, viento y salinidad creó el desequilibrio perfecto para sostener la mezcla.
Un hallazgo preocupante para el clima
Más allá del asombro, este descubrimiento preocupa, ya que la desaparición temporal de hielo marino altera el intercambio de calor y gases entre el océano y la atmósfera, con efectos que pueden persistir años y acelerar la pérdida de hielo en el hemisferio sur.
En palabras de Alberto Naveira Garabato, de la Universidad de Southampton: «El transporte de Ekman era el ingrediente esencial que faltaba para mantener el calor y la sal en la superficie».
Gracias a la valiosa información recopilada por los elefantes marinos, los científicos han podido desentrañar uno de los misterios más intrigantes de la Antártida en los últimos años, con importantes implicaciones para entender los efectos del cambio climático en esta región.