En un giro inesperado, el expresidente boliviano Evo Morales se ha sumado a la petición del voto nulo en las elecciones generales del próximo 17 de agosto. Según Morales, esta es una «opción democrática y legítima» para rechazar una papeleta que, a su juicio, ha sido «diseñada para favorecer a la derecha y al gobierno» de Luis Arce.
Morales acusa al actual gobierno de «destruir la economía, dividir y secuestrar al oficialista Movimiento al Socialismo (MAS)» y de «proscribir a los partidos que intentaron registrar su candidatura». Desde su perspectiva, el voto nulo es la «voz de un pueblo que rechaza» un proceso electoral que considera amañado.
La estrategia del voto nulo
Los seguidores de Morales han inaugurado casas de campaña en varias ciudades del país para promover el voto nulo. Argumentan que las ocho candidaturas en disputa no los representan y que el expresidente no pudo inscribirse con ningún partido político debido a restricciones constitucionales.
Desde el gobierno, el presidente Arce y el candidato del Senado, Andrónico Rodríguez, han criticado duramente esta iniciativa. Consideran que el llamado al voto nulo «responde a una ambición personal y egocéntrica» de Morales y que, en realidad, beneficiará a la «derecha».
Implicaciones y escenarios posibles
Las encuestas muestran que los indecisos, el voto nulo y blanco alcanzan alrededor del 30% de la preferencia electoral. Esto sugiere que la campaña de Morales podría tener un impacto significativo, especialmente si logra movilizar a sus seguidores.
Sin embargo, expertos advierten que esta estrategia también podría beneficiar a los candidatos de la «derecha», como Samuel Doria Medina y Jorge ‘Tuto’ Quiroga, quienes lideran las preferencias electorales. En un escenario polarizado, el voto nulo podría fragmentar aún más el apoyo a los candidatos del bloque popular.
En definitiva, la campaña de Evo Morales por el voto nulo plantea un escenario complejo y lleno de incógnitas para las próximas elecciones bolivianas. Su éxito o fracaso dependerá de la capacidad de movilización de sus seguidores y de cómo interpreten los votantes esta estrategia en un contexto político marcado por la división y la desconfianza.