En una práctica que se creía extinta, dos hermanos de la región india de Himachal Pradesh se casaron recientemente con la misma mujer, Sunita Chauhan, en una celebración que duró tres días. Pradeep y Kapil Negi afirman que solo siguieron una tradición ancestral de su comunidad, pero su unión ha generado controversia y críticas de organizaciones de defensa de los derechos de la mujer.
La poliandria, una práctica legal pero controvertida
La poliandria, es decir, el matrimonio de una mujer con dos o más hombres, está prohibida en la mayoría de los países, pero sigue siendo reconocida por las leyes fiscales de Himachal Pradesh. Según un funcionario local, Harshwardhan Singh Chauhan, esta forma de matrimonio «era común en generaciones anteriores» y «sigue siendo practicada por los Hatti», una antigua tribu de la región.
Chauhan explica que esta tradición se mantiene para evitar la dispersión de las tierras agrícolas y fomentar la unidad entre hermanos. Sin embargo, la All India Democratic Women’s Association (AIDWA) ha condenado enérgicamente estos «actos de explotación de las mujeres».
Perspectivas encontradas: Tradición vs. Derechos de la mujer
Para los hermanos Negi, su unión con Sunita Chauhan es motivo de orgullo y una «decisión conjunta». Pradeep afirma que «seguimos la tradición públicamente porque estamos orgullosos de ella», mientras que Kapil asegura que «estamos asegurando apoyo, estabilidad y amor para nuestra esposa como una familia unida».
Por su parte, Sunita Chauhan declara que «estaba al tanto de la tradición y tomé mi decisión sin ninguna presión». Sin embargo, desde la AIDWA se cuestiona si realmente existe tal libertad de elección para la mujer en este tipo de arreglos.
¿Una tradición que debe preservarse o erradicarse?
El debate en torno a este caso de poliandria pone de manifiesto la tensión entre el respeto por las tradiciones ancestrales y la defensa de los derechos fundamentales de la mujer. Mientras algunos defienden la preservación de esta costumbre, otros la consideran una forma de explotación que debe ser erradicada.
En última instancia, la clave estará en encontrar un equilibrio que permita respetar la diversidad cultural, pero sin menoscabar la autonomía y la dignidad de las mujeres. Un reto complejo que requerirá un diálogo abierto y sensible entre todas las partes involucradas.