Imagine una playa en Mazatlán, México, con el mar Pacífico a un costado y edificios de fachada colonial. Es aquí donde se desarrolla una historia de amor digna de una novela de Nicholas Sparks.
En el verano de 1968, Beverly Carriveau, una joven bibliotecaria de 23 años, estaba saliendo de una tienda cuando un hombre salió de un taxi. «Fue como si un rayo pasara entre nosotros», recuerda Beverly. Se trataba de Bob Parsons, un capitán de yate norteamericano de 30 años, también de visita en Mazatlán.
Mientras cenaba con una amiga, Beverly le confesó: «Me acaba de pasar algo. Miré a este hombre y no pude evitarlo». Poco después, un camarero le llevó una botella de vino enviada por un «hombre del bar». Dudó antes de aceptarla, pero finalmente lo hizo, y se encontró con Bob, a quien invitó a su mesa.
«Estaba hipnotizada. Era alto, guapo…», dijo Beverly, quien en ese momento tenía un novio de tres años esperándola en Canadá. Pero la conexión entre ellos era innegable. «No era para nada agresivo, era un hombre muy tranquilo, directo», agregó.
Una Decisión Que Lo Cambió Todo
Cuando Beverly regresó a Canadá, le confesó a su novio Doug que había conocido a alguien en México, aunque no había pasado nada entre ellos. Para su sorpresa, Doug le respondió: «Bueno, eso es una locura. Será mejor que vayas y lo averigües».
Así que Beverly viajó a San Diego para reencontrarse con Bob, quien tenía que recoger un nuevo yate. «Sabía que era una locura y estaba mal, porque, ya sabes, en ese entonces la gente no hacía este tipo de cosas», detalló Beverly. Pero no pudo esperar más: «Si no voy, me lo preguntaré el resto de mi vida».
A fines de agosto de 1968, solo un par de meses después de conocerse, Beverly y Bob ya estaban viviendo juntos en Mazatlán. Ella renunció a sus tres trabajos, terminó con Doug y le contó a sus padres. «No podía esperar, así que no esperé», relató.
Una Vida Sobre el Mar
Bob trabajaba administrando cuatro yates, y Beverly le ayudaba en la cocina, como camarera, comprando o administrando también. Cambió por completo su estilo de vida, pero nunca se mostró arrepentida.
Un día, mientras Bob salía de la sala de máquinas, entre la grasa de motor y paños sucios, le dijo que se quería casar. Utilizando una radio de banda lateral única, llamaron a los padres de Beverly en Canadá, quienes para sorpresa de todos, les dieron su bendición.
«Vivimos en el barco durante los siguientes cinco años (…) Fue una vida absolutamente extraordinaria», relató Beverly, quien dijo que, si bien no era una vida glamorosa, era completamente feliz.
Juntos Hasta el Final
Tras cinco años en el mar, decidieron volver a tierra firme. Construyeron una casa en California, cerca del mar, para luego mudarse al norte de Washington, cerca de la frontera con Canadá. Juntos consolidaron una exitosa carrera en la industria de los yates, recorriendo el mundo.
«No fue una vida perfecta, ni mucho menos (…) Tuvimos nuestros momentos difíciles, como cualquier pareja. Pero nunca dudé de que tomé la decisión correcta aquel verano de 1968», recuerda con nostalgia Beverly.
Estuvieron juntos por 50 años, hasta el fallecimiento de Bob en 2021. «Fue un rayo (…) Algo que simplemente no puedes explicar. Y cuando eso sucede, tienes que tener el valor de seguirlo», concluye la bibliotecaria que lo dejó todo por amor.