En un giro inesperado, la reciente decisión del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 50% sobre las importaciones de cobre ha sacudido los mercados internacionales y puesto a prueba la resiliencia de los principales países productores, Chile y Perú. Mientras que la medida plantea más preguntas que respuestas, estos países se encuentran en una encrucijada: ¿serán capaces de transformar esta amenaza en una oportunidad o el impacto será demasiado fuerte para sus economías?
La Dependencia de Estados Unidos y la Respuesta Cautelosa
Chile, el mayor productor mundial de cobre, se enfrenta a una situación delicada. Según el presidente del Consejo Minero de Chile, Joaquín Villarino, «Chile importa más de lo que exporta a los Estados Unidos y provee más del 50% del cobre que consume Estados Unidos. Ellos no tienen la capacidad de producir su demanda de manera muy rápida». Esta dependencia de Estados Unidos del cobre chileno, especialmente en lo que respecta a la producción de cátodos, un componente crucial para industrias como la electrónica y la automotriz, es un factor clave a considerar.
Por su parte, la ministra de Minería de Chile, Aurora Williams, ha adoptado una postura cautelosa, señalando que «no ha habido una notificación oficial y, en consecuencia, tampoco conocemos los alcances precisos de estas decisiones que se han comunicado en términos todavía muy generales». Esta actitud refleja la naturaleza ambigua de la medida y la necesidad de una respuesta más precisa por parte de Estados Unidos.
El Impacto Limitado en Perú
A diferencia de Chile, el impacto directo de los aranceles de Trump sobre las exportaciones de cobre de Perú podría ser más limitado. Según el analista José Gonzales, editor internacional de la revista Rumbo Minero América Mining, «las exportaciones de cobre de Perú a EE. UU. representan solo un 3% del total anual». Sin embargo, el director del CIEN-ADEX, Edgar Vásquez Vela, advierte que el impacto dependerá de si los aranceles se aplican solo al mineral en bruto o también a los productos derivados.
Aun así, los números siguen siendo bajos en comparación con otros destinos, como China, que concentra alrededor del 73% de las exportaciones de cobre de Perú. El ministro de Economía y Finanzas de Perú, Raúl Pérez-Reyes, señala que la subida en los precios del cobre podría beneficiar a las arcas fiscales de su país en el corto plazo, siempre y cuando no haya una disrupción mayor en los mercados de destino.
Oportunidades en la Transición Energética
Tanto Chile como Perú coinciden en que las políticas de Trump representan un desafío, pero también una oportunidad. Chile, con su dominio en la producción de cobre, podría beneficiarse de una diversificación de mercados, tal como lo sugiere la ministra Williams, quien destaca que la creciente demanda global por cobre, impulsada por la transición energética, podría ser una gran oportunidad para el metal chileno.
Por su parte, Perú tiene la oportunidad de fortalecer sus relaciones comerciales con otros países, especialmente China, y aprovechar su posición geopolítica en el contexto global. Como señala el analista Dante Vera, de V&C Analistas, «lo que debe buscar Perú es lograr un equilibrio justo para los intereses del país, asegurando que el cobre, junto al litio, sea clave para dejar una huella global en la transición energética».
Impacto en los Mercados de Divisas
La decisión de Trump también está generando incertidumbre en los mercados de divisas. Tras el anuncio de los aranceles, el dólar se debilitó en las economías de Chile y Perú, y los analistas prevén que la moneda estadounidense podría continuar su tendencia a la baja. Sin embargo, como señaló Diego Marrero, portfolio manager de Blum, «la demanda por cobre se mantendrá firme, lo que podría seguir impulsando una apreciación del sol frente al dólar».
En resumen, Chile y Perú, los principales productores de cobre, se enfrentan a un desafío significativo con los aranceles de Trump, pero también tienen la oportunidad de transformar esta amenaza en una ventaja. La diversificación de mercados, el fortalecimiento de las relaciones comerciales y el aprovechamiento de la creciente demanda global de cobre, impulsada por la transición energética, podrían ser claves para que estos países salgan fortalecidos de esta coyuntura.