En la intimidad de un escenario que se transforma en un espacio seguro, la obra Recuérdame mi Vida nos sumerge en la lucha cotidiana de una madre y una hija enfrentadas a la devastadora realidad del Alzheimer.
Escrita por Emilia Noguera y dirigida por Jesús Urqueta, esta propuesta teatral va más allá de la simple representación de la enfermedad. Explora la compleja dinámica entre una mujer de 48 años que observa cómo su entorno se diluye sin poder evitarlo, y una hija que lucha por comprender los signos de una crisis que amenaza con distanciarlas aún más.
Música, Emoción y Catarsis
Más allá del texto, la obra se sostiene en la emoción que emana la lucha de estas dos mujeres. El pianista Ignacio Méndez interpreta en vivo la música del compositor Ennio Morricone, creando un universo sonoro que acompaña la intimidad de la escena.
Según el director Jesús Urqueta, el objetivo es transformar el teatro en un «espacio seguro de catarsis» para el público, donde puedan conectarse con la emoción y olvidarse de entender la historia. «Creo que esto es un gran aporte -hoy día- por cómo está la salud mental chilena», afirma.
Más Allá del Alzheimer
Si bien el Alzheimer es el eje central de la obra, Urqueta subraya que la historia también aborda la transformación de una hija individualista que, por amor, termina yendo a la casa de su madre para cuidarla. «Es el lugar que pone la dramaturgia y que nosotros reforzamos en la puesta en escena», explica.
La obra no se limita a retratar la enfermedad, sino que plantea un punto de vista valiente sobre temas como la eutanasia, la responsabilidad filial y la evolución de las relaciones en medio de una crisis profunda.
Un Espacio de Liberación y Catarsis
Con una escenografía en movimiento, un pianista que se convierte en un personaje más y un universo sonoro envolvente, Recuérdame mi Vida se transforma en un espectáculo que va más allá de lo textual, buscando tocar las fibras más íntimas del público.
Tal como afirma Urqueta, el teatro se convierte en un espacio seguro donde la gente puede olvidarse de entender la historia y conectarse con la emoción. Una experiencia que, según el director, «gatilla la catarsis a la gran mayoría de las personas».