Las recientes tormentas que azotaron la región del Biobío no solo dejaron calles anegadas y viviendas afectadas, sino que también expusieron la fragilidad estructural del sistema de distribución eléctrica y la incapacidad del Estado para proteger a los ciudadanos frente a empresas que, ante eventualidades previsibles, no responden adecuadamente.
Más de 50.000 hogares se quedaron sin energía eléctrica durante días, lo que en zonas rurales se tradujo en la pérdida del acceso al agua y en serios problemas para familias que dependen de aparatos médicos eléctricos. Esta crisis evidencia que tanto las empresas como el Estado han fallado en su responsabilidad de garantizar un suministro eléctrico confiable y resiliente.
Alternativas Comunitarias para la Generación Eléctrica
Ante este panorama, es urgente repensar el modelo de distribución y generación eléctrica. Durante años, se ha justificado la concentración del sistema en grandes empresas bajo el argumento del «monopolio natural», pero hoy en día existen alternativas tecnológicas y comunitarias que desafían esa lógica.
Desde cooperativas de generación comunitaria hasta sistemas híbridos de energía distribuida basados en renovables, estas soluciones tienen un enorme potencial para descentralizar la generación, democratizar el acceso y fortalecer la autonomía de los territorios. Sin embargo, lo que falta no es capacidad técnica, sino la voluntad política para impulsar estos modelos.
Empoderando a las Comunidades Organizadas
Para avanzar hacia un sistema eléctrico más resiliente, también es urgente mejorar las condiciones de negociación colectiva de los usuarios, entregando herramientas reales a las comunidades organizadas para exigir estándares mínimos de calidad de servicio, compensaciones automáticas ante fallas y la posibilidad de exigir el término de concesiones incumplidas.
La diversificación de la oferta eléctrica no es solo una opción técnica, sino una decisión política que puede corregir décadas de abandono estructural, especialmente en sectores rurales.
Hacia un Futuro Energético Más Justo y Resiliente
Las comunidades tienen el potencial de tomar el control de su suministro eléctrico y construir un sistema más confiable e independiente. Esto no solo les brindará mayor seguridad ante eventualidades climáticas, sino que también les permitirá participar activamente en la transición hacia un modelo energético más sostenible y equitativo.
Es hora de que el Estado y las empresas asuman su responsabilidad y trabajen en conjunto con las comunidades para hacer realidad esta visión de un futuro energético más justo y resiliente.