Desde que Sergio Giacaman asumió como gobernador del Bío Bío a principios de este año, ha estado inmerso en un proceso de revisión y reestructuración del Gobierno Regional. Como parte de esta transición, ha desvinculado a alrededor de 70 personas, lo que ha abierto la puerta a nuevas contrataciones.
Sin embargo, este proceso no ha estado exento de tensiones. Según fuentes cercanas al Gore Bío Bío, algunos diputados estarían ejerciendo presión sobre Giacaman para que contrate a personas de su círculo cercano, como una especie de retribución por el apoyo brindado durante la campaña electoral del año pasado.
Marlene Pérez, una de las diputadas mencionadas, descartó categóricamente estas acusaciones, afirmando que su única preocupación es que el gobernador cuente con los mejores asesores para la región. Por su parte, Sergio Bobadilla, otro diputado señalado, reconoció que es natural que se le sugieran candidatos, pero recalcó que la conformación de los equipos es una facultad exclusiva del gobernador.
La diputada Flor Weisse también fue identificada como interesada en la contratación de personal, pero ella misma aseguró que no es su estilo utilizar la presión para estos fines.
Giacaman, por su parte, no negó las supuestas presiones, pero señaló que es normal que los políticos de su sector sugieran nombres, siempre y cuando se respeten los procesos abiertos de selección de personal.
Cabe destacar que este proceso de reestructuración en el Gore Bío Bío se ha visto influenciado por el escándalo de los convenios suscritos durante la administración anterior, lo que ha llevado a la salida de varios funcionarios.
En resumen, el nuevo gobernador del Bío Bío se enfrenta a un delicado equilibrio entre la necesidad de conformar un equipo competente y las presiones políticas para acomodar a personas cercanas. Su reto será mantener la transparencia y la imparcialidad en el proceso de contrataciones, sin ceder a intereses particulares, con el objetivo de fortalecer la gestión regional.