¿Alguna vez te has preguntado por qué, a pesar de estar completamente satisfecho después de una comida, siempre parece haber espacio para el postre? Pues bien, un fascinante estudio realizado por investigadores del Instituto Max Planck para la Investigación del Metabolismo en Alemania ha desentrañado el misterio.
Según los hallazgos publicados en la revista Science, el secreto se encuentra en el cerebro y en un grupo de células nerviosas llamadas neuronas POMC. Estas células se activan cuando consumimos azúcar, desencadenando una cascada de eventos que nos hacen seguir deseando más dulces, incluso cuando ya estamos saciados.
El Mecanismo Cerebral Detrás del ‘Espacio para el Postre’
Los investigadores analizaron la reacción de ratones al azúcar y descubrieron que, incluso cuando los roedores estaban completamente satisfechos, seguían comiendo postres. Al estudiar más a fondo el cerebro de estos animales, encontraron que las neuronas POMC no solo liberan moléculas que señalan saciedad, sino también una hormona llamada B-endorfina, que produce una sensación de recompensa.
Esta vía opioide en el cerebro se activó específicamente cuando los ratones comieron azúcar adicional, pero no cuando comieron alimentos normales o grasos, explica Henning Fenselau, líder del equipo de investigación.
Cuando los científicos bloquearon esta vía, los ratones se abstuvieron de comer más azúcar, pero este efecto solo se observó en los animales saciados. En los ratones hambrientos, la inhibición de la liberación de B-endorfina no tuvo ningún impacto.
El Mismo Mecanismo en Seres Humanos
Los investigadores también realizaron escáneres cerebrales a voluntarios humanos que recibieron una solución de azúcar a través de un tubo, y descubrieron que la misma región del cerebro reaccionaba al azúcar en los seres humanos, al igual que en los ratones.
Desde una perspectiva evolutiva, esto tiene sentido: el azúcar es un alimento escaso en la naturaleza, pero proporciona energía rápidamente. El cerebro está programado para controlar la ingesta de azúcar siempre que esté disponible, explica Fenselau.
Implicaciones para el Tratamiento de la Obesidad
Los hallazgos de este estudio podrían tener importantes implicaciones para el tratamiento de la obesidad. Actualmente, existen medicamentos que bloquean los receptores opiáceos en el cerebro, pero los resultados en cuanto a pérdida de peso han sido modestos en comparación con los supresores del apetito.
Creemos que una combinación con ellos o con otras terapias podría ser muy útil. Sin embargo, debemos investigar más sobre esto, concluye Fenselau.
Este fascinante descubrimiento no solo nos ayuda a entender mejor por qué siempre parece haber espacio para el postre, sino que también abre nuevas puertas para abordar de manera más efectiva uno de los mayores desafíos de salud pública de nuestro tiempo: la obesidad.