La cara oculta del boom de los bancos digitales en Brasil
En el sector financiero de Brasil comenzó a surgir una realidad preocupante: el auge de los bancos digitales respaldados por Silicon Valley, como Nubank, ha dejado a muchos consumidores en una situación financiera peor que antes. Un reportaje del Washington Post reveló que, a pesar de las promesas de inclusión financiera, la realidad es que algunos brasileños enfrentan tasas de interés anual del 455%, un nivel que lleva a muchos al límite de sus capacidades económicas.
Ady Chaves, una profesora de prebásica de 26 años, es un ejemplo palpable de esta situación. La deuda que adquirió para comprar materiales escolares se disparó hasta un punto insostenible, forzándola incluso a comprar alimentos básicos en cuotas. Este escenario es reflejo de un sistema que ha sufrido históricamente de altas tasas de interés, resultado de una inflación elevada, falta de regulación y limitada competencia en el sector bancario.
El panorama se agravó durante la pandemia y la posterior recesión, cuando un nuevo grupo de prestamistas, muchos financiados por inversores élite de Estados Unidos, entró en escena. Nubank, por ejemplo, contó con el respaldo de Warren Buffett, Peter Thiel y de Sequoia Capital antes de salir a bolsa en 2021. Aunque estas entidades argumentan que están mejorando la situación de los prestatarios en comparación con la industria en general, los hechos muestran una realidad diferente, según describe el reportaje del Washington Post.
Un problema de regulación y competencia
La práctica de tasas de interés exorbitantes está exacerbando una crisis de deuda al consumidor ya existente en Brasil. El gobierno actual está intentando abordar el problema, pero se enfrenta a un desafío importante dada la falta de regulaciones comparables a las de países como Estados Unidos, donde existen límites en las tasas de interés que pueden cobrar quienes prestan dinero.
La situación en Brasil es tal que, según el Banco Central de Brasil, más del 55% de la deuda de tarjetas de crédito con la tasa APR promedio está atrasada más de 90 días. Esto contrasta marcadamente con el índice de morosidad del 2% en Estados Unidos, según la agencia de crédito TransUnion. Este escenario ha llevado a que 72 millones de personas —aproximadamente un tercio de la población de Brasil— tengan “nombres sucios” (nomes sujos), es decir, hayan incumplido con sus deudas.
La promesa de campaña del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de renegociar las deudas de decenas de millones de morosos muestra la magnitud de la crisis. Aunque se han hecho esfuerzos, como el programa Desenrola, y una propuesta legislativa para limitar las tasas al 100%, el camino hacia una solución integral es aún incierto, dice el reportaje del Post.
Las prácticas crediticias en Brasil se destacan por su falta de transparencia y regulación, y un mercado poco competitivo. Hasta el año pasado, los prestamistas no estaban obligados a compartir registros de préstamos, dificultando que los consumidores desarrollaran un historial crediticio que pudiera ayudarles a argumentar por tasas más bajas.