El deseo de ser recordados
Siempre me ha llamado la atención el deseo consciente de la actual generación de la nueva izquierda de ser recordados. Hablan de un legado y de principios que no pueden compararse con generaciones previas; a veces ante tanta prisa se detienen y reflexionan junto a otros en esta plaza pública. En otros momentos surge nuevamente ese aire mesiánico de liderazgo incontenible y necesario. Es un ir y venir gigante y pueril, lleno de grandes palabras, mutuos halagos y un sentido muy claro de ir marcando una ruta de cambios profundos que sólo ellos saben que todos y todas necesitamos.
El reconocimiento a Patricio Aylwin
Es impresionante como ese sentir se hace muy concreto en el discurso de inauguración de la estatua en honor al expresidente Patricio Aylwin en noviembre del año pasado. Ahí en ese momento, en esa ceremonia el presidente Gabriel Boric reconoce la fructífera labor del estadista, imbricada en las contradicciones, logros y dolores de toda historia. Reconoce todo aquello que se hereda, se transfiere y adquiere valor trascendente. Es un momento republicano, en el sentido correcto del término, es la conjunción de valores razonables.
La importancia de la continuidad
Ante la fisura, el desencuentro, la violencia, los sufrimientos Aylwin unificó, buscó establecer, consolidar y dar estabilidad. La base de toda estatua, de todo monumento, de toda memoria se encuentra allí, en reconocer y reconocerse como parte del todo, de la sociedad más amplia. No traía la verdad consigo, no lideró una generación superior. Simplemente vivió los hechos, los observó y reflexionó, superó sus errores y desplegó sus aciertos, todo en conexión con el bien común. Ese es el resonar del hombre público, del que cumple con el servicio encomendado, con probidad y humildad cívica.
La contradicción de la nueva generación
Cuando el presidente Boric se detiene a pensar en la posta de nuestra historia entra en contradicción con sus palabras y acciones. Una generación que desdeña los 30 años, que desdeña los cambios graduales, que desdeña la política moderada y que finalmente ofrece ruptura para avanzar termina por achicar la cancha, disminuir la herencia y circunscribir el legado. Es absolutamente coherente que frente a una reflexión profunda de continuidad haya tenido la necesidad imperiosa y consciente de reiterar que su generación, que sus liderazgos, Cariola, Vallejo, Jackson y él mismo se sentirían muy honrados de ser recordados, de tener estos homenajes. Hay una mezcla de soberbia y liviandad en todo esto, lo que no resta que sea un sincero deseo; la realidad es más cruda y hoy estamos frente a una generación que ha tenido que aprender a gobernar, a negociar, a admitir su desmesura y a coleccionar disculpas. Un gobierno de errores no forzados, administrativos o meramente errores de carácter político.
La construcción de la memoria viva
La memoria registrada, estatuida, convertida en símbolo tras la imagen labrada en mármol o piedra no se construye de un día para otro. Es el resumen de una vida autorizada a trascender, a orientar, a servir de ejemplo. Si alguien comienza el servicio público y tempranamente busca el monumento perderá la verdadera conciencia, el verdadero legado, la verdadera vida al servicio de los otros y otras. Esas nubes y fantasías no habitan en la mente, en el sentir ni en las acciones de un o una estadista, de un líder consciente de los valores democráticos, del Estado de Derecho y del poder legitimo que ejerce para salvaguardar la estabilidad del país. Desde ahí, surge el respeto por los que piensan distinto, por cada uno de los ciudadanos, por la historia construida hasta la culminación convertida en recuerdo, monumento, homenaje y finalmente memoria viva.