En un giro sorprendente, la ópera está experimentando un resurgimiento en Chile, alejándose de sus tradicionales bastiones y extendiéndose a lo largo y ancho del país. Según los últimos datos, la participación de la población en actividades vinculadas a la ópera aumentó de un 1,9% a un 2,8%, mientras que el porcentaje de personas que nunca han presenciado una función en vivo disminuyó de un 84,4% a un 77,6%. Si bien estas cifras siguen siendo modestas en comparación con otras disciplinas, representan una señal clara de que algo está cambiando en el panorama lírico chileno.
Más allá del emblemático Teatro Municipal de Santiago, ha surgido un conjunto de iniciativas que están creando y produciendo ópera desde múltiples territorios y estructuras. Esta escena diversa y persistente está redefiniendo la forma en que se experimenta y se accede a este arte. Cuando hablamos de un lenguaje que combina tantas especialidades, la cantidad de personas preparadas en distintas áreas es inmensa. Cada intento, aprendizaje o éxito se convierte en una recompensa al valor de hacer ópera hoy en día, en un contexto donde el cine, las redes sociales y los conciertos masivos compiten por la atención del público.
Un Impulso Transformador
Según Nicolás Vásquez Muñoz, director general de Lírica Disidente y ganador del Premio Presidente de la República a las Artes Escénicas en la categoría Artista Emergente 2024, la promulgación de la Ley de Fomento a las Artes Escénicas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio ha sido un factor clave en este resurgimiento. «Esta ley vino a estimular, dar visibilidad y ofrecer herramientas concretas para crear, producir y circular ópera en el país», explica Vásquez.
Y los resultados son impresionantes: en 2025, se presentaron 21 producciones únicas en 15 comunas, distribuidas en 8 regiones del país. Esto significa que el 84% de la actividad lírica de 2025 ocurrió fuera de las estructuras tradicionales, en el sector independiente, las universidades y las organizaciones culturales.
Diversidad y Diálogo con el Presente
Este movimiento no solo amplía los territorios donde la ópera se presenta, sino que también redefine su repertorio. 9 títulos de creación chilena contemporánea conviven con obras clásicas, algo inédito hasta ahora. Cada iniciativa, con sus propios hitos, públicos objetivos y propuestas, configura una cartelera como nunca antes se había visto en Chile.
Para Vásquez, este fenómeno representa una oportunidad única para que la ópera se perfile como una práctica viva, popular y en diálogo con el presente. «Lo que podría parecer una suma de esfuerzos aislados, la gran mayoría de estos con teatros llenos, comienza a delinear una escena naciente, donde la ópera tiene la oportunidad de perfilarse como una práctica viva, popular y en diálogo con el presente», afirma.
Un Futuro Prometedor
Con este impulso transformador, Vásquez se atreve a soñar en grande: «Quién sabe si se podría esperar que asome un movimiento que articule finalmente una escena para la ópera independiente en Chile». Sin duda, el 2025 se levanta como un año histórico para la ópera en el país, y con señales de que estos avances pudieran ser sostenibles gracias a las políticas públicas, la apuesta de las instituciones y, sobre todo, los esfuerzos personales y colectivos de quienes se atreven a soñar en grande.