El comediante venezolano George Harris recuerda con una mezcla de amargura y gratitud su paso por el Festival de Viña del Mar 2025. En una entrevista con el diario El País de España, Harris abordó los desafíos que enfrentó durante su presentación, marcada por ataques xenófobos del público, así como los aprendizajes y el apoyo que recibió posteriormente.
Según Harris, incluso antes de su actuación en Viña, comenzó a recibir «ataques de todo tipo» y amenazas de muerte. Pese a sus advertencias a los productores, estos lo convencieron de mantener su participación, lo que terminó convirtiéndose en una «verdadera vía crucis».
Durante su rutina, Harris fue víctima de «gritos y abucheos que provocaron el fin de su presentación». El comediante atribuye este ataque a una polémica que se había generado en torno a un tuit suyo cuestionando la figura de Salvador Allende. «Los medios me cayeron encima y pedí disculpas, pero no sirvió de nada», lamentó.
Lecciones Aprendidas y Apoyo Recibido
Pese a la dura experiencia, Harris afirma que su «mayor aprendizaje es que siempre debes escuchar tu intuición». Reconoce que debió «haber renunciado con dignidad» a pesar de las insistencias de los productores, quienes, según él, «siguen molestos porque tuve la audacia de hablar».
Sin embargo, el comediante también destaca la «ola de apoyo y afecto» que recibió después del incidente, lo que le enseñó que «después de algo malo, siempre viene algo bueno». Hoy, Harris se siente «sumamente agradecido» y afortunado por el éxito arrollador que está teniendo con su nuevo espectáculo, «El pueblo de uno», donde aborda la identidad y la nostalgia de la comunidad latina.
Lecciones para el Festival de Viña
El caso de George Harris deja en evidencia la necesidad de que los organizadores del Festival de Viña del Mar estén mejor preparados para lidiar con situaciones de intolerancia y xenofobia. Según el propio comediante, los productores «han quedado muy mal por permitir un ataque xenofóbico tan negativo para el festival».
Esta experiencia debería servir como un llamado a la reflexión sobre cómo garantizar un espacio más seguro y respetuoso para todos los artistas, independientemente de su origen. Solo así podrá el festival mantener su prestigio y relevancia en el panorama cultural latinoamericano.