Los discursos políticos sobre el orden y la seguridad suelen carecer de contenido real, convirtiéndose en meros mantras que ofrecen la ilusión de control, pero no resuelven nada. Estos eslóganes efectistas pueden funcionar como gancho electoral, pero ignoran la verdadera naturaleza del problema de la delincuencia y el crimen organizado.
La solución a esta problemática no se encuentra en promesas de mano dura o en aumentar el número de reclusos. La realidad es mucho más compleja y requiere un abordaje integral que considere cuatro ejes fundamentales: diagnóstico, prevención, sanción y reinserción.
Más Allá de los Castigos Físicos
Durante años, como juez penal, he observado cómo el sistema carcelario se ha convertido en una «enorme bola de nieve» de marginalidad y violencia, donde el castigo físico ya no escarmiente a los delincuentes. Al salir de prisión, estos individuos, que no fueron invitados a la «gran fiesta del consumo», buscan imponerse por la fuerza, apropiándose de lo ajeno y desatando su odio.
Encerrados en un ambiente podrido, con códigos y cicatrices propios, estos seres han perdido el miedo al encierro, pues «adentro también se pasa bien». Así, la libertad ya no es un derecho predilecto, y la violencia se convierte en la única forma de participar en una sociedad que los rechaza.
La Necesidad de un Enfoque Integral
Ninguno de los candidatos a la presidencia se ha hecho cargo de esta problemática de manera seria y completa. La solución exige tiempo, profundidad y un compromiso que va más allá de los ciclos electorales. Lamentablemente, las fórmulas jurídicas y el aumento de penas no son la respuesta, pues el Derecho es un instrumento transitorio y modificable, que suele ser transgredido.
Para abordar este desafío, se requiere un enfoque integral que considere el diagnóstico, la prevención, la sanción y, sobre todo, la reinserción y resocialización de los delincuentes. Sin una hoja de ruta para asegurar el retorno a la legalidad y la incorporación de estos individuos como agentes de cambio, cualquier solución será insuficiente.
El Fracaso de las Cárceles
Nuestras cárceles son el punto negro del sistema de justicia, donde la resocialización es una quimera. Lejos de ser un espacio de rehabilitación, se han convertido en verdaderas «escuelas del delito», con altas tasas de reincidencia que demuestran su fracaso.
La reinserción social no forma parte de las políticas de Estado porque su consolidación requiere un compromiso que trasciende los ciclos políticos. En un sistema obsesionado con la inmediatez y la exhibición de logros a corto plazo, no hay espacio para el estudio, la reflexión y el desarrollo de políticas públicas que perduren en el tiempo.
Hacia una Solución Integral y Sostenible
Para recuperar la fe en la gente y en la capacidad de cambio de los delincuentes, es necesario dejar atrás los discursos vacíos y los enfoques simplistas. La seguridad pública es un desafío complejo que exige soluciones a largo plazo, un verdadero compromiso con la reinserción social y un profundo entendimiento de las raíces del problema.
Solo así podremos construir un sistema de justicia que no solo castigue, sino que también rehabilite y reintegre a los infractores como agentes de transformación social. Es hora de abandonar las fórmulas mágicas y enfrentar esta realidad con la seriedad y la profundidad que merece.