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domingo, junio 8, 2025

Navegar el Laberinto Estatal: Desafíos y Oportunidades para Jóvenes Profesionales

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Cuando Max Weber declaró que «Quien vive para la política hace de ella su vida en un sentido íntimo: o bien vive de la política —como profesión— o bien vive para la política —como vocación», parecía pintar un panorama inspirador. Sin embargo, la realidad que enfrentan los jóvenes profesionales que buscan ingresar a la administración pública en Chile es a menudo muy distinta.

Salir de la universidad con la ilusión de cambiar las cosas a través del servicio público se topa rápidamente con un laberinto de obstáculos que ponen a prueba la vocación y la perseverancia. Desde la anticuada plataforma de Empleos Públicos hasta los requisitos cada vez más exigentes y desalentadores de los concursos, el camino hacia un puesto en el Estado se asemeja más a una carrera de obstáculos que a una senda de servicio.

Desafíos del Ingreso a la Función Pública

Imagine un recién egresado que se enfrenta a 500, 700 u 850 postulantes por un cargo de grado 18, debiendo cumplir con una lista interminable de requisitos: título profesional, al menos tres años de experiencia en el sector público (¡siendo recién titulado!), diplomados obligatorios, maestrías deseables, dominio de inglés y Excel, y una dosis extra de vocación de mártir. Todo eso por una remuneración de $850.000 brutos a honorarios, sin previsión, estabilidad ni derecho a enfermarse.

Mientras tanto, la ciudadanía observa con escepticismo cómo se reparten cargos por confianza política, se descubren licencias médicas fraudulentas y se otorgan contratos millonarios por asesorías inexplicables. Es difícil no sentirse estafado cuando el sistema exige transparencia, probidad y compromiso, justo lo que parece escasear en sus propias entrañas.

Encontrando Oportunidades en el Servicio Público

A pesar de los desafíos, hay jóvenes profesionales que se niegan a rendirse y siguen creyendo en la posibilidad de hacer una diferencia a través del servicio público. Estos individuos resilientes entienden que, si bien la vocación por sí sola ya no basta, perseverar y adaptarse a las complejidades del sistema puede abrir puertas inesperadas.

Quizás la clave esté en ampliar la perspectiva, explorando oportunidades más allá de los concursos tradicionales, como programas de pasantías, becas o proyectos de innovación que permitan demostrar su valía y construir redes dentro de la administración. Asimismo, desarrollar habilidades complementarias, como la gestión de proyectos, la comunicación estratégica o el liderazgo, puede marcar la diferencia en un entorno cada vez más competitivo.

En última instancia, el desafío radica en mantener viva la chispa de la vocación, sin dejarse abrumar por las frustraciones iniciales. Porque, como bien dijo Weber, hay quienes viven para la política y quienes viven frustrados por ella. Pero también existe una tercera opción: aquellos que, a pesar de los obstáculos, siguen creyendo en la posibilidad de servir al Estado con integridad y hacer un verdadero impacto.

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