Una treintena de antiguos miembros de las fuerzas especiales británicas han revelado nuevas atrocidades perpetradas «rutinariamente» durante años por militares del Reino Unido en Afganistán. Estos testimonios corroboran investigaciones previas que alertaban sobre ejecuciones extrajudiciales de civiles, incluidos menores de edad, así como la falsificación de informes y la colocación de armas en cadáveres para encubrir los crímenes.
Según los relatos, era común que los soldados del Servicio Aéreo Especial (SAS) y del Servicio Especial de Embarcaciones (SBS) «maniataran a un niño y le dispararan» o asesinaran a personas heridas o incapacitadas, incluso después de haberles proporcionado atención médica. Uno de los casos más graves incluye la muerte de un afgano herido que fue degollado por un militar que pidió a su superior que no le disparara porque quería «sangre para el cuchillo».
Encubrimiento Sistemático de Crímenes de Guerra
Los testimonios revelan que los informes sobre estos incidentes eran «ficción», ya que los oficiales ayudaban a «endulzar» el lenguaje para evitar investigaciones de la policía militar. Incluso se portaban granadas sin explosivo solo para utilizarlas para fotografías que simularan enfrentamientos.
Además, se descubrió que las fuerzas especiales afganas que colaboraban con las tropas británicas también se vieron implicadas en estas acciones y ejecuciones, lo que llevó a que posteriormente se negaran a acompañar a las fuerzas del SAS.
Abandono de Testigos y Complicidad de Altos Mandos
El programa de la BBC revela que el entonces jefe de las fuerzas especiales británicas, el general Gwyn Jenkins, rechazó las solicitudes de visado de miles de miembros de las Fuerzas Armadas afganas que fueron testigos de estas prácticas. Este rechazo impedía que fueran llamados como testigos en la investigación abierta sobre el comportamiento de los militares británicos en Afganistán y los dejaba a merced de las represalias de los talibanes, quienes tomaron el poder en 2021. Algunos de estos militares afganos fueron torturados y asesinados por los talibanes.
Estos hallazgos exponen un patrón de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas especiales británicas en Afganistán, así como un encubrimiento sistemático por parte de los altos mandos militares. La falta de rendición de cuentas y la complicidad de las autoridades permitieron que estos abusos quedaran impunes durante años.
