La guerra comercial entre China y Estados Unidos se recrudece, con Pekín imponiendo nuevos aranceles a productos agrícolas estadounidenses en respuesta a las medidas adoptadas previamente por Washington. Esta escalada de tensiones comerciales refleja la complejidad de las relaciones económicas entre las dos mayores economías del mundo, y plantea interrogantes sobre el futuro de su vínculo.
Según la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, los nuevos aranceles chinos, que afectan a productos como pollo, trigo, maíz, soja, carne de cerdo y lácteos, son una «respuesta» a las tasas impuestas anteriormente por Estados Unidos. Sin embargo, Mao enfatiza que China nunca ha buscado deliberadamente generar un déficit comercial con Estados Unidos, sino que este es el resultado de las dinámicas del mercado y las estructuras económicas de ambos países.
La vocera china advierte que subestimar el impacto de una guerra comercial en los consumidores y empresas estadounidenses sería un error. Señala que, gracias al comercio con China, Estados Unidos ha podido importar productos de calidad a bajo costo, lo que ha beneficiado a sus consumidores y generado empleos en sectores como el transporte, el comercio electrónico y las ventas minoristas.
Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha decidido duplicar los aranceles adicionales impuestos a China, justificando su decisión en la supuesta falta de esfuerzos de Pekín para evitar la entrada de fentanilo en Estados Unidos. No obstante, China ha reiterado que su política antidrogas es una de las más estrictas del mundo, y que la explicación de Trump es un mero «pretexto».
El impacto en el sector agrícola
El sector agrícola estadounidense, que tiene a China como uno de sus principales destinos de exportación, se ve particularmente afectado por esta escalada comercial. Según datos del portal especializado China Grain, en 2024 China importó 13,76 millones de toneladas de maíz, de las cuales 2,07 millones procedían de Estados Unidos, convirtiéndolo en el principal proveedor foráneo de este cereal.
Sin embargo, esta dependencia ha disminuido en los últimos años, con países como Brasil y Ucrania ganando terreno. Lo mismo ocurre con la soja, donde la participación de Estados Unidos en las importaciones chinas ha caído del 71% al 21% en 2024, beneficiando a proveedores como Brasil.
Lecciones y perspectivas
Esta guerra comercial entre las dos potencias plantea importantes lecciones y desafíos. China advierte que quienes lanzan una guerra comercial acaban haciéndose daño a sí mismos, y que Estados Unidos debe aprender de esta experiencia y cambiar su actitud. Por su parte, Washington tendrá que evaluar cuidadosamente el impacto de sus medidas en sus propios consumidores y empresas.
La situación actual refleja la complejidad de las relaciones económicas entre China y Estados Unidos, y la necesidad de encontrar un equilibrio que beneficie a ambas partes
. Será crucial que ambos países logren una mayor comprensión mutua y eviten una mayor escalada que perjudique a sus economías y a la economía global.
En un mundo cada vez más interconectado, la capacidad de China y Estados Unidos para gestionar sus diferencias comerciales de manera constructiva tendrá un impacto significativo en la estabilidad y el crecimiento económico a nivel mundial.
