La cantante María José Quintanilla rompió el silencio para abordar los persistentes rumores sobre su vida personal, denunciando el acoso mediático que enfrenta cada vez que concede una entrevista.
En una reciente aparición en el programa Safari de Rock&Pop, Quintanilla fue consultada directamente sobre su estado sentimental, a lo que respondió con firmeza que no está soltera y que sigue casada con su esposo, el kinesiólogo Eduardo Carrasco, con quien lleva casi dos años de matrimonio. Lejos de limitarse a desmentir los rumores de separación, la artista aprovechó para criticar la dinámica que se ha instalado en torno a su vida privada.
Cansada del Escrutinio Constante
Quintanilla lamentó que, en lugar de hablar sobre su trabajo y proyectos, las entrevistas siempre terminan girando en torno a su intimidad. Según la cantante, parece que no es válido enfocar la atención en su carrera, pues siempre se le termina cuestionando por asuntos personales.
La artista comparó esta situación con lo que ocurriría en una entrevista laboral, donde no correspondería preguntar por temas privados. Con ello, Quintanilla apuntó a la diferencia de trato que enfrentan los rostros públicos, quienes deben soportar un escrutinio constante sobre su vida personal.
Rumores Infundados y Acoso Mediático
Quintanilla recordó que desde hace años circulan rumores que oscilan entre supuestos embarazos y quiebres matrimoniales, sin fundamento real. Según la cantante, esta dinámica la tiene cansada y le ha pedido a los medios que respeten su espacio y se enfoquen en su trabajo.
En un tono irónico, Quintanilla bromeó que «el deporte nacional es embarazarme o separarme», haciendo alusión a la insistencia de los medios por especular sobre su vida privada. La artista dejó en claro que no está separada y que los rumores carecen de sustento.
Llamado a Respetar la Privacidad de los Artistas
Con su postura firme y crítica, María José Quintanilla se ha convertido en una voz que denuncia el acoso mediático que sufren los artistas, quienes ven cómo su intimidad se convierte en el centro de atención, en lugar de su trabajo y trayectoria profesional.
Su llamado a respetar la privacidad de los rostros públicos es un reflejo de la necesidad de establecer límites éticos en la cobertura mediática, priorizando el valor del ser humano por encima de la obsesión por los titulares sensacionalistas.
