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domingo, octubre 26, 2025

Descubre la Verdad Detrás de los Olores Corporales: Un Viaje Científico Fascinante

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Todos hemos experimentado esa incómoda situación: entras a un baño público, paseas a tu perro o simplemente compartes espacio con alguien después de una comida pesada, y de repente un olor desagradable invade el aire. Inevitablemente, nos preguntamos: ¿Qué es exactamente lo que estamos inhalando?

La ciencia olfativa tiene respuestas sorprendentes a esta pregunta. Según se sabe, el olfato humano puede identificar hasta 10.000 aromas distintos, gracias a una zona del tamaño de un sello en lo alto de la cavidad nasal: el epitelio olfativo. Allí, millones de neuronas receptoras detectan las moléculas que flotan en el aire y las traducen en olores, ya sean agradables o desagradables.

La Composición Química de los Olores Corporales

Pero la pregunta incómoda persiste: ¿Cuánto de ese olor proviene de… materia fecal? La ciencia olfativa es clara al respecto: lo que olemos son moléculas, no materia sólida. En el caso de los gases, su característico olor proviene de compuestos como el sulfuro de hidrógeno, el metanotiol y los sulfuros de metilo volátiles, que son subproductos del trabajo de las bacterias intestinales.

Aunque estos compuestos representan solo una pequeña fracción del gas expulsado -que en su mayoría está compuesto por nitrógeno, oxígeno y dióxido de carbono-, son los culpables del hedor. Esto ha sido respaldado por diversos estudios, como los realizados por la Royal Society of Chemistry, que han analizado la composición molecular de los gases intestinales.

El Experimento que Cambió Todo

Pero las cosas se complicaron cuando entró en escena una enfermera preocupada por la esterilidad del quirófano donde trabajaba. Preocupado por la posibilidad de que las flatulencias pudieran contaminar un entorno estéril, el Dr. Karl Kruszelnicki, un divulgador científico australiano con una impresionante carrera en física, matemáticas, ingeniería biomédica, medicina y cirugía, decidió buscar evidencia.

Para comprobarlo, junto con el microbiólogo Luke Tennent, reclutaron a un voluntario dispuesto a participar en una demostración poco convencional. El voluntario emitió gases sobre dos placas de Petri situadas a unos cinco centímetros de distancia: primero vestido y luego sin barrera de tela. Al día siguiente, solo la placa expuesta directamente presentó signos de crecimiento bacteriano, mientras que la que había estado «protegida» por la ropa permaneció limpia. El hallazgo confirmó lo que ya sospechaban: la tela funciona como un eficaz filtro biológico.

Más Curiosidades Científicas con el Dr. Kruszelnicki

El Dr. Kruszelnicki, conocido en redes como «Doctor Karl», se ha convertido en un divulgador científico de renombre en Australia gracias a su enfoque directo y a veces incómodo, pero siempre informativo, sobre temas relacionados con el cuerpo humano.

Por ejemplo, el doctor ha explicado por qué las flatulencias en la ducha huelen peor. El secreto está en la combinación de factores: el vapor y la humedad amplifican los olores, el espacio cerrado impide que el aire se renueve, y el calor del agua acelera las reacciones químicas. A eso se suma que, sin ropa que actúe como filtro, las moléculas malolientes llegan sin obstáculos a la nariz. El resultado: un pequeño laboratorio aromático del que no hay escapatoria.

Pero eso no es todo. Según el Dr. Kruszelnicki, aguantar flatulencias tampoco te salva: el gas retenido puede ser absorbido por los vasos sanguíneos del intestino y salir… por los pulmones. Es decir, lo exhalas. Y si alguna vez tiraste de la cadena con la tapa del cuarto de baño abierta, el doctor te advierte que una nube de partículas -bacterias y vapor de agua incluidos- puede permanecer flotando durante horas, incluso caer sobre tu cepillo de dientes.

Conclusión: Higiene y Conocimiento te Protegen

La conclusión es clara: lo que detecta tu nariz son moléculas aromáticas, no partículas fecales. Mantén buenas prácticas higiénicas, como tirar de la cadena con la tapa cerrada para evitar aerosoles, no aguantar las flatulencias (pero mejor lejos de otros) y lavarte las manos después de manipular cualquier tipo de desecho orgánico. Tu olfato te advierte, pero la higiene te protege.

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