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sábado, octubre 25, 2025

La Derrota de Napoleón en Rusia: Más que Balas y Frío

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La campaña de Napoleón en Rusia en 1812 es una de las más famosas derrotas de la historia militar. Medio millón de soldados marcharon bajo las órdenes del emperador francés, pero solo una fracción de ellos regresó. Durante mucho tiempo, se creyó que la mayor parte de esas muertes se debía al tifus y a la «fiebre de las trincheras». Sin embargo, un nuevo análisis de ADN antiguo ha revelado que otros patógenos mortales también contribuyeron a la devastación del ejército napoleónico.

El equipo de investigadores del Instituto Pasteur de París, liderado por el especialista en paleogenómica Nicolas Rascovan, identificó dos bacterias adicionales que habrían causado estragos entre las tropas francesas: Salmonella enterica enterica, asociada a la fiebre paratifoidea, y Borrelia recurrentis, que provoca la fiebre recurrente. Según Rascovan, es posible que aún haya más agentes infecciosos por descubrir en los restos analizados.

Más que Balas y Frío

Durante mucho tiempo, se señaló al tifus y a la «fiebre de las trincheras» como las principales enfermedades que arrasaron el campamento francés durante la retirada. Sin embargo, el nuevo análisis revela que los síntomas de estas otras infecciones eran casi idénticos: fiebre alta, dolor muscular y agotamiento extremo. «Distinguir entre unas y otras infecciones sería casi imposible incluso hoy», explicó Rascovan.

La campaña de Napoleón en Rusia comenzó con un ejército imponente, pero el resultado fue devastador: de los aproximadamente 500.000 hombres que iniciaron la marcha, solo unos 30.000 lograron volver, es decir, alrededor del 6%. Ahora sabemos que, además de las balas y el frío, las enfermedades jugaron un papel crucial en esta derrota histórica.

Guerra y Epidemia: Un Matrimonio Histórico

Para los historiadores y especialistas en historia militar, estos hallazgos son de gran valor. «Estos estudios no solo afinan lo que sabemos; también revelan cómo vivía y moría la gente común», explicó Erica Charters, historiadora de guerra y enfermedad de la Universidad de Oxford.

Charters subraya que, en 1812, el imperio napoleónico ya estaba tan extendido que las enfermedades viajaban con facilidad a través de fronteras políticas y líneas de batalla. De hecho, una de las bacterias identificadas, Borrelia recurrentis, tiene un origen inglés, lo que muestra hasta qué punto las infecciones se movían rápido en plena guerra.

La relación entre guerra y enfermedad no es nueva para los historiadores. Cuando hay conflictos, se quiebra el suministro de alimentos, colapsa la infraestructura civil y se rompe el acceso al agua potable, creando el terreno ideal para los brotes epidémicos. La retirada de Rusia de Napoleón es un claro ejemplo de cómo las enfermedades pueden ser tan devastadoras como las balas en el campo de batalla.

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