Soy nacida y «malcriada» en Magallanes. Crecí en un barrio cerca del antiguo matadero de Punta Arenas y solía transitar por una pequeña calle llamada Piloto Pardo, ubicada entre las avenidas España y Bulnes. Desde niña me daba cierta curiosidad saber quién había sido aquel señor. En aquellos tiempos, cuando el acceso a Internet no era tan masivo, recuerdo haberle preguntado a mi nona, ejemplo de sabiduría para mí, sobre ese caballero. Su respuesta fue que quizás se trataba de un piloto de avión «y muy famoso para tener una calle con su nombre». La duda quedó rondando en mi mente hasta que, por casualidad, en la biblioteca de mi colegio me topé con un libro que me reveló una historia mucho más fascinante.
Para quienes no les resulte familiar, Luis Alberto Pardo Villalón fue un marino chileno que en 1916, al mando de la escampavía Yelcho, protagonizó uno de los rescates más memorables de la exploración polar. Lideró la expedición que salvó a los 22 náufragos de la Expedición Imperial Transantártica de Sir Ernest Shackleton, quienes habían quedado atrapados en la inhóspita isla Elefante tras el hundimiento de su barco, el Endurance.
Una Hazaña Heroica y Solidaria
Lo extraordinario de su hazaña radica en que Pardo nunca había comandado antes la Yelcho -su comandante original, Francisco Miranda, aludió a supuestos problemas de salud- ni había cruzado el temido mar de Drake. Su motivación era cumplir con lo que consideraba su deber como marino y como chileno, un compromiso que dejó por escrito en una carta a su padre, Fernando Pardo, antes de zarpar: si moría en la misión, su padre debía cuidar de su esposa y de sus hijos.
Esa misma convicción lo llevó, una vez cumplida la misión, a rechazar la recompensa económica que se le ofreció, aludiendo a que solo había hecho lo que correspondía a su labor. Pardo, Shackleton y su tripulación fueron recibidos como héroes cuando arribaron el 3 de septiembre de 1916 a Punta Arenas. Más de ocho mil personas se congregaron en el puerto de la ciudad y durante dos semanas sus habitantes los celebraron en distintos lugares públicos, homenajeando una gesta heroica que al día de hoy sigue siendo un verdadero ejemplo de valentía, entrega y solidaridad.
Mantener Vivo el Legado del Piloto Pardo
Desde entonces se ha escrito y hablado mucho sobre Shackleton, sobre su liderazgo y la increíble hazaña de mantener con vida a todos sus hombres. Pardo, en cambio, ha quedado en un lugar más discreto, incluso en la misma ciudad donde, 109 años después, muchos de sus habitantes apenas conocen su historia. Su valentía y compromiso merecen un espacio más visible, pues su nombre debiera resonar con la misma fuerza en la memoria colectiva de Punta Arenas.
En los últimos años, la idea del Circuito Antártico impulsada por el Instituto Antártico Chileno (INACH) ha cobrado nueva vida, reuniendo diversos hitos que mantienen vivo el legado del Piloto Pardo. Esto se ha materializado en publicaciones, capacitaciones a profesionales del turismo, charlas en colegios y múltiples expresiones ciudadanas, como libros, cómics, murales y obras de teatro que relatan su hazaña.
Recordar al Piloto Pardo no es solo homenajear a un hombre valiente, sino reconocer que la historia de Punta Arenas se ha forjado a punta de relatos de mar, sacrificios y en la solidaridad de quienes han enfrentado la adversidad en los mares australes. Su nombre e imagen no pueden quedar reducidos a una calle, un monumento, un libro o un mural: deben permanecer vivos en la memoria y en el corazón de quienes habitamos esta tierra. Rescatar su legado es también rescatarnos a nosotros mismos de ese olvido que tantas veces deja en la sombra lo propio frente a lo ajeno.