La revancha de los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile se vio empañada por una oleada de violencia y disturbios protagonizados por los hinchas del equipo chileno. Testigos presenciales reportaron que los fanáticos del Romántico Viajero arrojaron butacas, botellas de vidrio, palos y bombas de estruendo, además de prender fuego a varias butacas del recinto.
La situación generó gran preocupación entre los asistentes al Estadio Libertadores de América y obligó a reforzar drásticamente las medidas de seguridad. Incluso, desde los altoparlantes del estadio se pidió desalojar a los hinchas del cuadro azul debido a la gravedad de los incidentes.
Amenaza de suspensión del partido
Pero los desmanes no terminaron ahí. Las autoridades advirtieron que, de persistir el lanzamiento de proyectiles desde el sector visitante hacia la hinchada de Independiente, el partido podría ser suspendido. Esto puso en jaque la continuidad del encuentro, que en ese momento se encontraba detenido por culpa de los actos vandálicos de la barra del equipo chileno.
Ventaja momentánea de La U
A pesar de los graves incidentes, en el terreno de juego el conjunto de Universidad de Chile se imponía por 2-1 en el global, avanzando momentáneamente a los cuartos de final del torneo internacional. Sin embargo, la violencia desatada por sus propios hinchas amenazaba con empañar por completo este logro deportivo.
Lamentablemente, este no es un hecho aislado. La violencia de las barras bravas ha sido un problema recurrente en el fútbol sudamericano, poniendo en riesgo la seguridad de los asistentes y manchando la imagen del deporte. Es imperativo que las autoridades y los clubes tomen medidas drásticas para erradicar estos actos vandálicos y garantizar entornos seguros y familiares en los estadios.
