Después de 40 años de misterio, las autoridades finalmente han logrado identificar los restos óseos encontrados en una casa donde vivió el músico Gustavo Cerati. Los restos pertenecen a un joven de 16 años llamado Diego, quien desapareció en 1984 y cuyo crimen permaneció oculto durante cuatro décadas.
La historia de Diego es desgarradora. Según los registros, el 26 de julio de 1984, Diego había vuelto a su casa del colegio, almorzado con su madre y luego le pidió dinero para tomar el autobús, diciendo que iba a visitar a un amigo. Esa fue la última vez que se le vio con vida. Cuando sus padres no recibieron noticias de él esa noche, acudieron a la comisaría a denunciar su desaparición, pero los agentes les dijeron que «se había ido con una chica» y que «ya volvería».
Un Crimen Olvidado Durante Décadas
La familia de Diego inició entonces una intensa búsqueda, repartiendo volantes y tratando de contactar a los medios de comunicación, pero solo lograron una entrevista en la revista ¡Esto! dos años después de su desaparición. En ella, el padre de Diego expresaba su frustración con la falta de investigación policial, ya que habían catalogado el caso como «fuga de hogar» desde el principio.
Durante todos esos años, la familia mantuvo intacta la habitación de Diego, esperando su regreso. Lamentablemente, su padre falleció en un accidente de tránsito, convencido de que su hijo había sido secuestrado por una secta.
Un Hallazgo Fortuito Revela la Verdad
El descubrimiento de los restos óseos se produjo el 20 de mayo pasado, cuando trabajadores que estaban construyendo una pared divisoria en un terreno ubicado en la avenida Congreso 3748 (donde años después vivió Gustavo Cerati) encontraron los restos humanos al derrumbarse una medianera.
Los investigadores determinaron que el cuerpo había recibido una puñalada mortal en la cuarta costilla derecha y presentaba marcas en los brazos y piernas que evidenciaban un intento fallido de descuartizamiento. La fosa donde fue enterrado tenía apenas 60 centímetros de profundidad, lo que sugiere que fue cavada con prisa y descuido.
Identificación a Través del ADN
Entre los objetos encontrados junto al cuerpo había una suela de zapato número 41, un corbatín escolar azul desgastado, un llavero naranja con una llave, un reloj Casio con calculadora fabricado en Japón en 1982, y una moneda de 5 yenes. Estos elementos, junto con la edad estimada y la complexión física, llevaron a un sobrino de Diego a sospechar que se trataba de su tío desaparecido.
Tras la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), se tomó una muestra de ADN a la madre de Diego, y el resultado coincidió perfectamente con los restos hallados. Así, después de cuatro décadas, la identidad de Diego fue finalmente recuperada.
Buscando Respuestas y Justicia
Ahora, el fiscal a cargo de la investigación, Martín López Perrando, continuará indagando para intentar reconstruir lo sucedido, aunque todo indica que el crimen estaría prescripto. Como primer paso, se prevé que cite a declarar a las personas que residían en la casa de Congreso 3742 en 1984.
Este hallazgo fortuito ha marcado el inicio de la resolución de un misterio que permaneció enterrado durante cuatro décadas. Si bien la identidad de Diego ha sido recuperada, ahora queda la incógnita de quién lo mató y por qué.