Nauris Leyva Mejías (35) soñaba con vivir en libertad. Como muchos cubanos de su generación, esta oriunda de Las Tunas sufrió durante décadas el impacto negativo de la realidad en la isla caribeña, donde el 90% de la población vive en extrema pobreza y el 70% se ve obligado a saltarse al menos una comida diaria.
Hastiada por esta situación, Nauris decidió que era tiempo de emigrar a otro país. Así, en 2023, junto a su hermana, sobrino, madre y esposo Lizander Rodríguez, iniciaron la búsqueda de un futuro mejor. «Vivir en Cuba es como vivir preso, pero uno no lo sabe«, detalla Nauris en conversación con BioBioChile.
Creciendo en una Burbuja de Escasez
Nauris describe que en Cuba, los cubanos «son niños que han sido secuestrados desde pequeñitos y crecen presos». Recuerda aprender a escribir al lado de un candil, una lámpara artesanal hecha con una lata y una mecha de tela. «Entonces vivimos todo el tiempo en una burbuja», afirma.
Incluso aspectos básicos como la alimentación están racionados en Cuba. «Crecemos con un pan diario. Aquí en Chile hay tanta variedad de pan. Yo estoy enamorada de las marraquetas. Y en Cuba crecemos con un tipo de pan, a veces hecho de harina de animal, que se vende normado por la libreta de abastecimiento», explica Nauris.
El Viaje a la Libertad
Nauris y su familia emprendieron un peligroso viaje a través de Guyana, Bolivia y el desierto de Atacama para llegar a Chile. «El viaje fue por la selva de Guyana, por los ríos de Brasil con los cocodrilos y pirañas. Hicimos también el camino de la muerte en Bolivia, que son kilómetros y kilómetros de barranco», relata.
Finalmente, al pisar territorio chileno en Iquique, Nauris cuenta que se quedó maravillada al ver «todas las luces de la ciudad nortina». «Cuando llegamos a Chile, era como entrar a otro planeta«, remarca con emoción.
Una Nueva Vida en Chile
Nauris y su familia pudieron tramitar la residencia temporal en Chile y solicitar la condición de refugiados. «Yo sé que llegar a un país por una frontera no está bien, pero nosotros arrancamos porque nuestra vida corría peligro», sostiene.
Ahora, Nauris se siente enamorada de Chile y de la amabilidad de los chilenos. «Me han dicho que Chile recibe muy bien al forastero y yo la verdad lo he experimentado», indica. Incluso pudo cumplir su sueño de asistir al Festival de Viña del Mar, donde pudo «decir: ‘lo logré, estoy libre, estoy viendo lo que antes me costaba tanto trabajo’.»
Para Nauris, esta nueva vida en Chile representa la oportunidad de desarrollarse y expresarse con libertad, algo que le fue negado en Cuba. «En Cuba, cuando muestras la realidad, digamos hacer una fila de 6 horas para comprar un jabón, eso le molesta al gobierno, pero tú simplemente estás mostrando tu realidad», concluye.