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Cuando la Cultura se Convierte en Frontera: Desmontando el Fetiche de lo Propio en la Política Chilena

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Cuando la Cultura se Convierte en Frontera: Desmontando el Fetiche de lo Propio en la Política Chilena

La declaración del diputado Daniel Manouchehri, del Partido Socialista, de que la política chilena debe «oler a vino tinto y empanada, no a arepa y ron», no es solo una torpeza aislada, sino la expresión de una estructura ideológica sólida y peligrosa. Detrás de su «olor a vino» se esconde una concepción de la cultura y la política que debe ser desmontada a fondo.

La Cultura no es una Esencia, sino un Proceso

Decir que existe una «cultura chilena original, cerrada y fija» que debe ser defendida de lo foráneo es el primer y más insidioso error. Las culturas no son esencias, sino procesos de mezcla, cruce e incorporación. Negar esto no protege lo chileno, sino que lo petrifica.

Usar la «Otra Cultura» para Justificar la Exclusión

Aún más grave es la consecuencia política de esta visión: usar la noción de «otra cultura» para justificar la exclusión de derechos ciudadanos. Negarle el voto a una comunidad migrante que trabaja, tributa y convive en la polis es negarle su humanidad cívica. Es una ciudadanía amputada, una democracia que excluye por origen.

El Peligroso Legado del Esencialismo Cultural

Este pensamiento esencialista y jerárquico tiene una genealogía precisa y letal, que va desde el nazismo hasta las limpiezas étnicas. Aquí se disfraza de cocina patria, pero su lógica sigue intacta: hay una cultura verdadera, y el resto es estorbo.

La Arepa y el Ron: Desmontando el Fetiche de lo Propio

La arepa y el ron no son exclusivos de Venezuela, ni el vino y la empanada lo son de Chile. Estos alimentos encarnan una cultura latinoamericana compartida, con variaciones y resonancias múltiples, pero con un tronco común y un diálogo permanente. Negar este mestizaje es traicionarse a sí mismo.

La Ingratitud como Política: Escupir la Mano que Salvó

Pero hay un cuarto nivel de gravedad, quizás el más indigno: el de la desmemoria del Partido Socialista. Porque si algún país contribuyó a la sobrevivencia del socialismo chileno, fue Venezuela. Negar esto no es solo desmemoria, es traición.

¿Qué Chile Queremos?

La democracia no huele: se ejerce. Y si Manouchehri teme que el voto venezolano altere el mapa electoral, lo que debe preguntarse es qué dice eso de su propio proyecto político. Porque quien necesita excluir para ganar, ya ha perdido.

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