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viernes, julio 4, 2025

Cuando el Desarrollo Urbano Ignora a las Comunidades: El Caso de la Línea 7 del Metro de Santiago

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La expansión de la red del Metro de Santiago, particularmente la construcción de la futura Línea 7, se ha convertido en un caso paradigmático de cómo el progreso, cuando se impone sin diálogo, puede dañar profundamente el tejido social y urbano. Si bien los beneficios del Metro son innegables, como la mejora en la conectividad, la descongestión de las calles y la reducción de la contaminación, el proceso de planificación ha marginado a los habitantes de los territorios intervenidos.

En comunas como Quinta Normal, Renca y Cerro Navia, los vecinos y organizaciones sociales han denunciado con fuerza cómo esta obra pública ha sido ejecutada sin una participación efectiva, incluso sin comunicación a las personas que allí habitan sobre el proyecto, su ejecución y duración. Nadie les explicó el impacto real en sus vidas. En el caso del Parque Forestal y el Parque de los Reyes, en la comuna de Santiago, los reclamos no son simples resistencias al cambio, sino alertas legítimas sobre la destrucción de áreas verdes patrimoniales, la afectación del arbolado urbano y la alteración de espacios públicos históricos.

Cuando el Desarrollo se Impone sin Diálogo

Ejemplos de este tipo de desarrollo que ignora a las comunidades abundan. En Quinta Normal, los vecinos relatan que no fueron informados de los impactos reales de las obras hasta que los cierres perimetrales y la maquinaria llegaron al barrio. «La consulta fue una formalidad. Nadie vino a preguntarnos cómo esto afectaría nuestro parque, nuestra sede vecinal, nuestros niños», comentó una dirigenta del sector.

La Necesidad de un Nuevo Enfoque de Desarrollo Urbano

Este tipo de desarrollo no solo genera conflicto y desconfianza, sino que también desperdicia una valiosa oportunidad: la de construir ciudad con sentido colectivo y con beneficios para todos. Porque una obra pública no es solo una solución técnica, también debe ser un proyecto político, social y cultural.

Hoy, más que nunca, urge que el Estado, las empresas públicas y privadas, así como los municipios, integren mecanismos reales de participación ciudadana en los grandes proyectos. La planificación urbana no puede seguir siendo una decisión vertical. Solo así lograremos ciudades más justas, habitables y democráticas.

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