El dominio de China sobre las tierras raras, un grupo de 17 minerales críticos para la electrónica, la industria automotriz y los sistemas de defensa, le ha otorgado una importante ventaja geopolítica. Recientemente, al imponer restricciones a la exportación de siete elementos de tierras raras e imanes permanentes, China ha demostrado su capacidad de utilizar este recurso como un arma para ejercer presión sobre Estados Unidos y Europa.
La dependencia de Occidente del suministro chino de tierras raras, que controla cerca del 60% de la producción mundial y casi el 90% del refinado, ha quedado expuesta. Estados Unidos, que carece de capacidad de refinación nacional, se ha visto gravemente afectado por las interrupciones de la cadena de suministro, lo que ha obligado a fabricantes como Ford a reducir la producción de SUV. Según una encuesta de la Cámara de Comercio Americana en China, el 75% de las empresas estadounidenses esperan que sus existencias de tierras raras se agoten en tres meses.
La vulnerabilidad de Europa
La Unión Europea también se ve perjudicada por los recortes de China, ya que depende de este país para el 98% de sus imanes de tierras raras, esenciales para componentes de automóviles, aviones de combate y dispositivos médicos. La Asociación Europea de Proveedores de la Industria del Automóvil (CLEPA) advierte que el sector «ya estaba sufriendo importantes trastornos» debido a las restricciones chinas, lo que ha provocado «el cierre de varias líneas de producción y plantas en toda Europa».
Buscando alternativas
Ante esta situación, tanto Estados Unidos como la Unión Europea están trabajando para reducir su dependencia de China. Washington ha instado a negociar el fin de las restricciones, mientras que Bruselas tiene como objetivo producir 7.000 toneladas de imanes procedentes de la UE para 2030. Proyectos de extracción, refinado y reciclaje de tierras raras están en marcha, como la inauguración de una planta de procesamiento en Estonia a finales de este año y otra en el suroeste de Francia el próximo.
Sin embargo, los expertos advierten que, mientras no se incrementen significativamente los suministros alternativos, China seguirá manteniendo su dominio sobre este recurso crítico, utilizándolo como una poderosa arma geopolítica para controlar industrias y naciones a nivel mundial.
