El caso de violencia protagonizado por Martín de Los Santos Lehmann contra el conserje Guillermo Oyarzún ha remecido a la opinión pública, revelando un síntoma mucho más profundo que un simple acto delictual. Este incidente refleja crudamente el desequilibrio de poder entre quienes ejercen labores de servicio y aquellos que, por su posición social o económica, creen tener derecho a violentarlos sin consecuencias.
Lo alarmante no es solo la brutalidad del acto, sino la peligrosa noción de impunidad clasista que el imputado exhibió al increpar agresivamente a la jueza Cecilia Villanueva, acusándola de ceder a la presión mediática. Esta actitud sugiere una arraigada creencia de que el privilegio está por encima de la ley.
Cuando el Servicio se Convierte en Blanco
El caso de Martín de Los Santos refleja un desequilibrio sistémico que permite que quienes ocupan posiciones de poder ejerzan violencia sobre los trabajadores más vulnerables sin temor a repercusiones. Para el señor Oyarzún, el conserje agredido, esto significa que la justicia debe actuar con firmeza para condenar la violencia, sin ambigüedades ni tecnicismos.
Más allá de sancionar un delito, este caso plantea la necesidad de que las instituciones protejan a los trabajadores más vulnerables y envíen un mensaje claro de que ni la arrogancia ni el clasismo están por encima de la ley. Solo así podremos avanzar hacia un verdadero Estado de Derecho donde todos los ciudadanos, independientemente de su posición social o económica, sean tratados con equidad.
Una Oportunidad para el Cambio
El caso de Martín de Los Santos es una oportunidad para que Chile reflexione sobre los sesgos y desequilibrios que aún persisten en su sistema de justicia. Solo mediante una aplicación firme y justa de la ley, sin concesiones al privilegio, podremos construir una sociedad más equitativa y respetuosa de los derechos de todos sus miembros, sin importar su posición o estatus.
Es hora de que las instituciones demuestren su compromiso con la igualdad y la protección de los trabajadores más vulnerables. Solo así podremos avanzar hacia una verdadera justicia social.
