La jueza Julieta Makintach, encargada de determinar las responsabilidades en la muerte del ídolo argentino Diego Armando Maradona, se ha visto envuelta en un escándalo sin precedentes. Lejos de mantener la imparcialidad y reserva que se espera de un magistrado, Makintach se convirtió en la estrella de un documental clandestino titulado «Justicia divina», lo que llevó a la anulación del juicio por la muerte del futbolista.
Una jueza «nepo baby» con un perfil poco convencional
Makintach, de 47 años, provenía de una familia con larga tradición en el ámbito judicial. Hija de un respetado juez y hermana de un socio de una productora audiovisual, la magistrada se destacaba por su estilo poco convencional en las audiencias, con un tono y gestos más propios de una presentadora de televisión que de una jueza.
Lejos de mantener un perfil bajo, Makintach era conocida por su presencia en redes sociales, donde compartía fotografías en traje de baño y poses que generaron críticas sobre su investidura judicial. Sin embargo, también se la reconocía como una defensora de la perspectiva de género en el derecho penal, una postura progresista que contrastaba con el tradicionalismo del fuero que integraba.
El escándalo del documental «Justicia divina»
El escándalo estalló cuando se descubrió que Makintach estaba grabando a escondidas un documental sobre el juicio por la muerte de Maradona, titulado «Justicia divina». La propia fiscalía presentó el tráiler de este material, en el que la jueza aparecía recorriendo los tribunales y participando activamente en las audiencias, a pesar de que el proceso aún no había concluido.
«Esto fue un reality, señores jueces. Makintach ofició de actriz, no de jueza», aseveró el fiscal Patricio Ferrari, a cargo de la acusación pública.
Ante la evidencia, Makintach negó conocer la existencia del documental y alegó sorpresa, pero sus colegas Maximiliano Savarino y Verónica Di Tommaso declararon la nulidad del juicio por considerar que la jueza no había actuado de forma imparcial.
Consecuencias y el futuro del caso Maradona
La participación de Makintach en el documental provocó un fuerte golpe a la credibilidad del sistema judicial argentino. La Corte Suprema bonaerense notificó la nulidad del juicio, y el Consejo de la Magistratura analizó la posibilidad de abrir un sumario disciplinario contra la jueza.
Mientras tanto, Makintach fue suspendida de su cargo y de su puesto como docente en la Universidad Austral. Ahora, el caso Maradona deberá retomarse de cero, con un nuevo tribunal que tendrá la difícil tarea de determinar si hubo negligencia o abandono en los días previos al fallecimiento del ídolo argentino.
«Hubo una persona que se equivocó y deberá seguir dando explicaciones, pero no es la Justicia. La Justicia no se mancha», expresó la jueza Di Tommaso, parafraseando la popular frase del propio Maradona.
Este escándalo ha puesto en evidencia la fragilidad de los límites institucionales y el avance de la lógica del espectáculo en los ámbitos más sensibles del sistema judicial argentino. Un legado que, sin duda, marcará un antes y un después en la forma de entender la administración de justicia en el país.
