El internet ya no es solo una red, es la infraestructura crítica que sostiene nuestra vida digital. Esta transformación plantea preguntas apremiantes sobre cómo estamos gobernando y aprovechando esta plataforma transversal que se ha vuelto central para nuestra sociedad.
Hoy en día, hablar de internet y hablar de inteligencia artificial son conversaciones inseparables. Los modelos de IA dependen de cantidades colosales de datos y potencia de cómputo, que a su vez se ejecutan sobre la misma infraestructura que sostiene nuestra vida digital: centros de datos, fibra óptica, conectividad móvil. Esta integración avanza más rápido que nuestra capacidad de regularla, lo que exige marcos normativos que puedan encauzar estos avances de manera ética y responsable.
Más Allá de la Conectividad
El internet ya no es solo una promesa de innovación, sino la base fundamental para todo lo que hacemos, desde el análisis de datos hasta el despliegue de la IA. El verdadero desafío ya no es solo mantener esta infraestructura encendida, sino garantizar que siga siendo un bien común, inclusivo y al servicio del desarrollo humano.
Esto requiere no solo una regulación con visión, velocidad y profundidad, sino también una ciudadanía digital que entienda cómo funciona el internet, qué riesgos implica y qué derechos se juegan allí. Porque lo que está en juego no es solo la eficiencia, sino el acceso equitativo, la privacidad y la participación en esta plataforma fundamental de nuestro tiempo.
Hacia una Infraestructura Digital Responsable
A medida que la inteligencia artificial y otras tecnologías emergentes se integran cada vez más en esta infraestructura, es crucial que desarrollemos marcos de gobernanza que garanticen que estos avances beneficien a toda la sociedad, y no solo a unos pocos. Solo así podremos construir una sociedad digital verdaderamente inclusiva y sostenible.