China se ha convertido en un actor cada vez más influyente en América Latina, consolidándose como el segundo mayor inversor extraregional y el principal socio comercial de varios países como Chile, Brasil y Perú. Este giro económico hacia Asia, y especialmente hacia China, ha sido profundo en la última década, abarcando no solo el comercio de productos primarios, sino también inversiones estratégicas en sectores clave como energía limpia, minería crítica como el litio, infraestructura portuaria y tecnología digital.
Para Estados Unidos, este desplazamiento del centro de gravedad económico no ha pasado desapercibido. Según el académico chileno Fernando Reyes Matta, experto en relaciones chino-latinoamericanas, China no es solamente un socio comercial; es un actor estructural en la transformación productiva de América Latina. Washington interpreta con desconfianza el creciente involucramiento chino en la región, temiendo que las inversiones en infraestructura y telecomunicaciones puedan tener aplicaciones militares o estratégicas.
El Liderazgo de Brasil y las Oportunidades para Argentina
Brasil se ha convertido en el mayor proveedor de alimentos para China, con la soja como emblema de esta relación. Pero el vínculo se extiende a inversiones en energía, automóviles eléctricos, telecomunicaciones y transporte ferroviario. Según el Consejo Empresarial Brasil-China, las inversiones chinas acumuladas ya superan los 70.000 millones de dólares, una cifra que podría aumentar tras los acuerdos que Brasil espera cerrar en el IV Foro Ministerial China-Celac.
Por su parte, Argentina ha adoptado un tono más pragmático con China, a pesar de las declaraciones iniciales del presidente Javier Milei durante su campaña. China es un acreedor clave para Argentina, habiendo renovado en 2023 un acuerdo swap de divisas por 18.570 millones de dólares, del cual ya se han utilizado 5.000 millones. Además, empresas chinas lideran inversiones en litio, hidroeléctricas y sectores tecnológicos.
Tensiones y Oportunidades en Chile y Perú
Chile fue el primer país sudamericano en firmar un tratado de libre comercio con China, y actualmente el gigante asiático absorbe el 37% de sus exportaciones, que incluyen cobre, frutas, carne y productos forestales. Sin embargo, recientes fricciones, como ataques a infraestructura china en el sur del país y cuestionamientos de Estados Unidos a proyectos astronómicos chinos, han generado incomodidad diplomática.
En el caso de Perú, la relación con China se ha fortalecido significativamente con la inauguración del megapuerto de Chancay, financiado con capital chino y diseñado para conectar directamente Sudamérica con los mercados asiáticos. Las exportaciones peruanas a China, impulsadas por el cobre y productos agroindustriales, superaron los 25.000 millones de dólares en 2024. Además de este puerto, las inversiones chinas abarcan energía, transporte y proyectos mineros de gran escala.
Dilemas y Oportunidades para América Latina
Más allá de los acuerdos firmados, el Foro China-Celac pone sobre la mesa un dilema de fondo: cómo lograr un desarrollo que no repita viejos esquemas de dependencia. Lo que está en juego es si queremos ser simplemente receptores de capital o actores con voz propia en el diseño del futuro, concluyó el académico chileno Fernando Reyes Matta.
América Latina necesita inversiones, pero también debe construir capacidades tecnológicas y autonomía en sus decisiones. El desafío radica en equilibrar el aprovechamiento de las oportunidades que ofrecen las crecientes relaciones con China, sin comprometer su soberanía y desarrollo a largo plazo.