Home Geopolítica ¿Primarias Oficialistas: ¿Ganar o Reconstruir?

¿Primarias Oficialistas: ¿Ganar o Reconstruir?

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Las primarias del oficialismo serán un momento decisivo que marcará el inicio o quizás el declive de su camino presidencial. Más allá de definir una candidatura, este proceso será una prueba de fuego sobre su capacidad real de llegar de manera competitiva y unida a las elecciones de noviembre.

A primera vista, Carolina Tohá parece tener el camino despejado para imponerse con holgura, respaldada por el Partido Socialista y otros partidos de la coalición. Sin embargo, en política no basta con sumar apoyos en papel. Las elecciones se legitiman en las urnas, no en los cómputos previos.

La participación, clave para la legitimidad

La participación será la primera señal crítica. En un país marcado por el desencanto político, una primaria con baja concurrencia, incluso si termina con una victoria clara, puede interpretarse como una señal de desconexión entre las dirigencias progresistas y su base ciudadana. Si el oficialismo no logra entusiasmar ni siquiera a sus propios votantes más leales, ¿qué capacidad tendrá de movilizar a los independientes en la presidencial?

Las proyecciones sugieren tres escenarios posibles: participación baja (30% de la base electoral), media (45%) y alta (60%, más independientes). La diferencia es sustancial. Una victoria con 300 mil votos podría ser percibida como endeble; una con más de 700 mil sería una plataforma legítima para enfrentar la elección de noviembre.

La legitimidad, más allá de los votos

Pero no basta con ganar, hay que convencer. Una victoria ajustada o con baja participación puede abrir un flanco que la oposición no dudará en aprovechar: el del liderazgo impuesto desde arriba, sin respaldo popular genuino. La legitimidad de una candidatura se construye no solo con votos, sino también con mística, con capacidad de convocar y con credibilidad.

La cohesión, clave para la reconstrucción

Finalmente, está la cohesión. Las primarias tienen el mérito de ordenar liderazgos, pero también el riesgo de fracturar alianzas resultado del efecto divisivo que estas albergan. Si el proceso termina con exclusiones, rencillas o triunfalismos, el daño será duradero. En lugar de cerrar filas, se abrirán heridas difíciles de sanar en medio de una elección presidencial incierta.

El desafío no es solo ganar, sino integrar. No basta con vencer: hay que salir fortalecidos. Incluso candidaturas testimoniales como la de Jaime Mulet pueden jugar un rol si logran ser parte del rediseño del bloque tras la primaria.

Las primarias del oficialismo serán una prueba de fuego institucional. Participación, legitimidad y cohesión serán los indicadores reales de si este bloque está en condiciones de competir por el gobierno o condenado a ser oposición. Porque en tiempos de fragmentación, las victorias que no entusiasman pueden pesar más que las derrotas. El 29 de junio no se juega solo un nombre. Se juega la posibilidad de que el oficialismo tenga algo que decir en noviembre.

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