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La Hermana Olvidada del Papa Francisco: La Conmovedora Historia de Elena Bergoglio

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La Hermana Olvidada del Papa Francisco: La Conmovedora Historia de Elena Bergoglio

Durante más de una década, la hermana menor del Papa Francisco, Elena Bergoglio, permaneció en las sombras, alejada de los reflectores que iluminaban a su hermano mayor. A pesar de la estrecha relación que compartían, la distancia geográfica y los compromisos eclesiásticos de Jorge Mario Bergoglio, el hombre que se convertiría en el Papa Francisco, impidieron que se reencontraran después de que él fuera elegido como líder de la Iglesia Católica en 2013.

Elena, de 76 años, reside en una residencia de monjas en el oeste del Gran Buenos Aires, donde es cuidada por su delicado estado de salud. Ama de casa de toda la vida, madre de dos hijos, Jorge y José, siempre mantuvo una relación cercana con su hermano mayor, a quien le encantaba cocinar risottos de hongos y calamares rellenos.

Sin embargo, la ascensión de Jorge Mario al papado marcó un antes y un después en la vida de Elena. «Lo primero que pensé fue que las cosas ya no iban a ser como antes. Y me parece que no me equivoqué. Mi vida realmente cambió», dijo Elena a la revista ¡Hola! en 2013.

Un Encuentro Postergado

Tras la elección de Jorge Mario como Papa Francisco, Elena esperaba poder viajar a Roma para saludar a su hermano y visitar la región de Piamonte, la raíz italiana de sus padres. Pero ese reencuentro nunca se concretó. Durante los 12 años de pontificado, el Papa nunca regresó a Argentina, y la coyuntura política alejó aún más a Francisco de su país natal.

Además de la distancia, la fragilidad de la salud de Elena también fue un factor determinante. Los médicos advirtieron que un viaje tan largo y el impacto emocional del encuentro podrían ser un riesgo serio para su bienestar.

Una Conexión Inesperada

En 2019, una conexión inesperada ayudó a sortear la ausencia física y acercar a los hermanos Bergoglio. El artista argentino Gustavo Massó, amigo del Papa, le entregó una escultura con la forma de una mano femenina y un mensaje grabado que conmovió profundamente a Francisco.

La escultura era de la mano de Elena, y el mensaje decía: «Mirá que me gustaría estar con vos y abrazarte. Creeme que estamos abrazados. A pesar de las distancias estamos muy abrazados». Según Massó, el Papa no pudo contener la emoción y acarició esa escultura como si pudiera tocarla a ella, su hermana, su familia, su Argentina natal.

Un Vínculo Eterno

Aunque Jorge Mario murió sin haber vuelto a Argentina, la mano de Elena permaneció sobre su escritorio hasta el final, simbolizando el vínculo inquebrantable que los unía. «Su gran corazón y la claridad que tiene para transmitir sus ideas. Esa es una cualidad que siempre admiré en Jorge: la simpleza con la que comparte su pensamiento. Mi hermano es una persona muy reflexiva que inevitablemente te obliga a pensar», resumió Elena.

La distancia y la política alejaron a los hermanos Bergoglio, pero una escultura logró acercarlos en los últimos días del Papa Francisco. La historia de Elena y Jorge Mario es una conmovedora muestra del precio emocional que a veces se paga por asumir grandes responsabilidades.

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