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martes, abril 15, 2025

El Préstamo Solidario de Piñera: Cuando la Ayuda se Convierte en Carga

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En medio de la pandemia, el gobierno de Sebastián Piñera lanzó el Préstamo Solidario, una iniciativa presentada como una ayuda inmediata y sin intereses para los chilenos más afectados. Sin embargo, la letra chica de este programa ha revelado una realidad muy distinta a la prometida.

Lejos de ser una solución solidaria, el Préstamo Solidario se ha convertido en una carga silenciosa y acumulativa para miles de personas, quienes ahora se enfrentan a una deuda que ha crecido en función de la inflación. Lo que en un principio parecía un alivio, se ha transformado en una pesada obligación que golpea con fuerza a los más vulnerables: trabajadores independientes, emprendedores y quienes perdieron sus ingresos durante la crisis.

El Estado como Banco: Cuando la Ayuda se Vuelve Deuda

El Préstamo Solidario, en realidad, fue un crédito fiscal encubierto, donde el Estado actuó como un banco, ofreciendo un beneficio con rostro solidario, pero con una letra chica técnica y fría. Lo que muchos no entendieron, o simplemente no se les explicó con claridad, es que este préstamo no era ni condonable ni flexible.

La tragedia de fondo no es solo financiera. Es política, ética y social. Porque se vendió una solución solidaria pero se trataba de un crédito fiscal encubierto, que hoy golpea con fuerza a quienes más lo necesitaban en medio de la crisis.

La Responsabilidad Compartida

Ante esta realidad, surge la pregunta: ¿A quién se le debe endosar la responsabilidad? ¿A la derecha por diseñar e implementar un programa deficiente, o a la izquierda por no tomar cartas en el asunto y enmendar esta injusticia?

El gobierno actual, encabezado por Gabriel Boric, tiene la oportunidad de reconocer el error y proponer soluciones reales, como condonaciones, reparaciones justas o un reconocimiento honesto de lo sucedido. De lo contrario, se convertirá en cómplice de esta situación, fomentando la informalidad y empujando a los más vulnerables a la precariedad.

La clase trabajadora, una vez más, es la que paga las consecuencias de las decisiones de la aristocracia, mientras quienes las toman siguen con sus sueldos asegurados. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y ofrezcan soluciones justas y efectivas.

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