La elección presidencial de Ecuador ha sido testigo de una intensa batalla política, con la candidata correísta Luisa González desafiando los resultados que dan la victoria a Daniel Noboa. González ha denunciado que Ecuador está viviendo una «dictadura» y que se ha producido «el fraude electoral más grotesco de la historia».
Sin embargo, los datos oficiales muestran que Noboa obtuvo el 55,92% de los votos válidos, frente al 44,08% de González, con el 89,59% de las actas electorales escrutadas. González argumenta que once encuestas le daban la victoria, pero los resultados finales no se alinearon con esas proyecciones.
La candidata correísta ha anunciado que pedirá que se abran nuevamente las urnas y se vuelvan a contar las papeletas, alegando que «Ecuador no puede seguir en manos de quien es incapaz de conducir al país hacia la paz y el desarrollo». Noboa, por su parte, ha sido acusado de «solo ser capaz de hacer negocios para su familia y perseguir al pueblo ecuatoriano».
Esta crisis electoral se produce en un contexto de «conflicto armado interno» declarado por Noboa desde principios de 2024 para hacer frente a la escalada de violencia criminal que ha situado a Ecuador a la cabeza de Latinoamérica en índice de homicidios. La jornada electoral se desarrolló con normalidad, pero bajo fuertes medidas de seguridad.
La disputa entre el correísmo y Noboa refleja una profunda división política en Ecuador, que deberá encontrar una solución pacífica y democrática para avanzar hacia un futuro más estable y próspero. La legitimidad de los resultados electorales y la confianza en las instituciones serán clave para superar esta crisis y preservar la democracia en el país.
