Las elecciones en Groenlandia, celebradas bajo la presión de Estados Unidos para hacerse con este territorio autónomo danés, han dado un giro inesperado. El partido independentista Demokraatit se ha impuesto como la fuerza política dominante, desplazando a los partidos tradicionales y abriendo la puerta a una nueva etapa en las relaciones entre Groenlandia y Dinamarca.
El líder del Demokraatit, Jens-Frederik Nielsen, ha hecho un llamado a la calma y a la unión, en medio de las aspiraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, de tomar control de la isla. Nielsen ha reiterado la expresión «Nos apuramos lentamente» para referirse al proceso de construcción de un futuro Estado soberano, consciente de los importantes retos que enfrenta Groenlandia en áreas como educación y salud, y de su gran dependencia económica de Dinamarca, que aporta el 40% de sus ingresos anuales.
Si bien el Demokraatit apuesta por un proceso gradual y moderado hacia la independencia, el ascenso del partido independentista más radical, el Naleraq, como segunda fuerza política, puede ejercer presión en las relaciones con Dinamarca. El Naleraq quiere activar de inmediato las negociaciones con Copenhague, lo que contrasta con la postura más cautelosa del Demokraatit.
A pesar de estas diferencias, ambos partidos coinciden en la necesidad de redefinir los vínculos con Dinamarca. Los últimos años han estado marcados por varios casos polémicos, como la implantación sin consentimiento de espirales a miles de jóvenes groenlandesas entre las décadas de 1960 y 1990, que han tensado las relaciones entre ambos países. Esto, sumado a las presiones de Trump, ha impulsado iniciativas como una comisión conjunta sobre las relaciones y un plan contra el racismo hacia los groenlandeses.
La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, y diferentes partidos en Dinamarca se han mostrado abiertos a impulsar una relación más «equilibrada» entre Nuuk y Copenhague. Esto sugiere que, sea cual sea la forma del nuevo Gobierno autonómico en Groenlandia, es probable que haya algún tipo de negociación para redefinir los vínculos entre ambos países.
En este contexto, el Demokraatit se perfila como el socio más probable para formar gobierno, con el apoyo del socialista Inuit Ataaqatigit (IA) y, quizás, del liberal Atassut. Nielsen ha expresado su disposición a hablar con todos los partidos y buscar la unión, en un intento por mantener una línea «tranquila» tanto con Dinamarca como con Estados Unidos.
